Después de dar vueltas por Lucca todo el día, nos fuimos al hotel para prepararnos para esa fiesta friki que se iba a celebrar en la Piazza San Martino. Era la primera fiesta de ese tipo a la que asistiría, y me daba miedo encontrarme con un montón de nerds obsesionados con juegos y series tipo Juego de tronos. A mí me gustaba, hasta que vi que no podía encariñarme de ningún personaje porque todos morían en algún momento.
Y la muerte me asustaba y me entristecía. Y en esa serie se moría hasta el apuntador. La vida ya era muy dura y muy perra como para que me lo recordaran en mis series favoritas. Puse la MTV y al ritmo de «Love Me Like You Do» de Ellie Goulding me duché. Después, me cambié de ropa y me sequé el pelo, dejándomelo lacio, pero con una línea desigual al lado de la cabeza, para que mis mechones escalados camparan libres y caprichosos.
El reflejo que me devolvía el espejo era el de siempre: existía, pero no llamaba la atención, tal y como me gustaba.
Estaba a punto de salir cuando oí que golpeaban la puerta y después alguien gritaba:
—¡Marinette, ábreme! ¡Necesitas una asistente!
Ya estaba Chloé con sus histerias. Abrí, no fuera a ser que ella la tirase abajo.
Su imagen me dejó ciega: parecía que irradiara luz por todas partes, con esa melena rubia y suelta, maquillaje por un tubo, y mostrando más de lo que ocultaba con esos minishorts y aquel top con lentejuelas... Ella sonreía, con las manos en las caderas, pero cuando repasó mi atuendo la sonrisa se le desvaneció.
—Pero ¿a qué entierro vas?
—Voy a una fiesta —contesté a punto de salir.
—¿Fiesta tipo funeral? Ridículo.... Totaaaalmente.... Ri-dÍ-cu-lo
Ella me empujó y me metió dentro de la habitación otra vez.
—Yo voy a una fiesta —reafirmó señalándose y mostrándome sus zapatos altos—. Tú no. No puedes salir así. Yo no salgo con góticas — soltó abriendo los armarios de la habitación para rebuscar entre mi ropa.
Me senté en la cama y resoplé, pensando en que Gema y Chloé se llevarían maravillosamente bien. Su mundo giraba alrededor de las sombras, los kohls, los pintalabios y el colorete... Y las cuñas. Zapatos de cuña de todo tipo.
—Es como el armario de un hombre —murmuró, impresionada. Se dio la vuelta y me miró de frente—. Mira, quítate esas zapatillas. Te voy a poner esas Converse blancas que al menos son monas, y vas a enseñar piernas... —agarró un tejano desgastado y corto que me ponía solo para ir a la playa—. Y vamos a ponerte una camiseta de tirantes para que al menos se vean los hombros tan bonitos que tienes.
—Estás obsesionada con enseñar.
—Y tú con ingresar en el primer convento satánico que se te cruce por el camino. —Me tiró de las muñecas y me levantó.
—No tengo ganas, Chloé...
—No rechistes. Habrá chicos. Chicos a montones. ¿Sabes lo que son?
—Sí. Mi padre es un hombre, ¿recuerdas? —bromeé.
—Vale, de acuerdo. —Y continuó con su perorata—. El ochenta por ciento de esos chicos serán muy feos, pero tenemos que estar atentas al otro veinte, ¿entendido? —Me dio una camiseta ajustada negra de tirantes y esperó a que me quitara la que llevaba. Cuando se la di, la dobló y la metió en el armario. Hizo lo mismo con mis pantalones y también guardó mis zapatillas en su sitio. Era tan ordenada como yo—. Bueno, a ver. Esa pijastra tuya ha tenido que regalarte estuches de maquillaje. ¿Dónde están?
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/ 01 / PROFUNDO DESAFÍO -(+18 ADAPTACIÓN)
RastgeleAlgunas personas sacan lo peor de ti; otras, lo mejor. Y luego hay otro tipo de personas: las que lo sacan todo y te hacen sentir tan viva que las seguirías hasta el infierno solo para continuar sintiendo ese subidón. Marinette es una estudiante m...