0. forastero

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Todos pensaron que era un simple forastero en cuanto llegó a Esparta, habían oído de él, del chico de cabello tan negro como la noche y ojos violetas tan brillantes como el sol que se codeaba con los pensadores más reconocidos de Atenas, pensaron que era un forastero, que iría a visitar Esparta a observar a las tropas y se iría justo después, como cualquier otro ateniense, pero no fue así.

El forastero se enlistó a las filas, era algo delgado, y apenas podía sostener una espada con las manos, después de todo no superaba los veinte años, pero era terco, eso había que reconocérselo.

Era terco, no importaba cuantas palizas recibiera, ni cuantos cortes tuviera en los brazos, ni las cicatrices en su piel, él siempre volvía a ponerse de pie, espantando el polvo de su ropa con manotazos.

Y uno podía oírlo hablar por horas, porque su mente estaba llena de ideas, y porque tenía una forma de hablar que parecía como si estuviese recitando poesía, los soldados lo escuchaban atentamente cuando tenían tiempo entre sus entrenamientos, lo escuchaban hablar, embelesados, y le hablaban de vuelta.

Aquel chico sin duda había sido bendecido por los dioses, había sido favorecido por ellos, Afrodita le había dado belleza, Ares le había obsequiado su agilidad en la batalla, Atenea la inteligencia.

Pero, ¿acaso los dioses le habían dado todo aquello porqué sí? ¿Acaso Eros luego le obsequiaría a la doncella más bella para que la desposara?

Era incierto, y solamente serían capaces de saberlo con el tiempo, pero en los años venideros, nadie espero lo que los dioses tenían preparado para él.

old (love) greece -karmaland-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora