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—Kibum – le llamé con suavidad.

—¿Uhm? – entreabrió los ojos y dirigió su mirada hacia mi.

—¿Te encuentras bien? escuché tus quejidos.

—Sí, sí, solo... ahg – se tocó su cadera – no es nada... me... me caí de espalda.

—¿De espalda? ¿Cuándo? ¿Te duele mucho? – me levanté y me puse a un lado de su cama.

—No es nada de qué preocuparse Tae, descuida.

—Pero te está doliendo. Seguramente está inflamado.

—Con un antiflamatorio seguramente pasará el dolor.

Se levantó con algo de incomodidad y tras bañarse empezamos el día de trabajo. Durante el desayuno me di cuenta que mi amigo no paraba de sobarse de vez en cuando la parte baja de la cadera. Tras terminar el almuerzo me acerqué a él.

—¿Ya un poco mejor?

—Si – me sonrió – al parecer la pastilla me hizo efecto.

—Me alegro mucho, ya empezaba a preocuparme, y para la próxima vez ten más cuidado.

Asintió y continuó lavando los trastes, al salir de la cocina noté que Jonghyun entraba en ésta, y mi curiosidad me hizo quedarme un rato más, oculto tras uno de los jarrones.

—Cómo amaneció mi rubio bonito, ¿eh?

Intentó abrazarlo, pero Key le apartó de inmediato.

—No me toques, Kim Jonghyun, déjame solo y tranquilo, al menos por hoy día.

Nunca vi tanta seriedad en el rostro de mi amigo.

—Hey, por qué ese mal carácter.

—No preguntes si sabes la respuesta, no vengas aquí con tu cara de inocente como si nada hubiese pasado, y ya vete. Quiero hacer mi trabajo.

Key lo tomó de la chaqueta y estaba por propinarle un golpe en la cara a Jonghyun cuando en ese momento entró su madre.

—¿Pero qué es esto?

—Solo diciéndole a la servidumbre lo que debe hacer, mamá.

—Ya veo, y tú, qué haces mirando que no te pones a trabajar – le dijo a Kibum.

—Si, señora – murmuró bajo y se dedicó a hacer lo suyo.

En el trascurso hacia la habitación de Minho pensaba en lo sucedido, el rostro de mi amigo se veía como abatido, no era el mismo si tenía a Jonghyun cerca. Comenzaba a preguntarme que había entre estos dos, pero sea lo que sea, no acabaría nada bien.

<>*<>

Atravesé aquella puerta con inicial "M" que tan bien conocía, lo vi muy concentrado mirando lo que parecía ser un cuaderno de dibujos.

—¿Ocupado?

Volteó a verme por unos instantes para luego palmear suavemente el colchón indicándome que me sentase a su lado, era algo osado por decirlo así, pero lo hice. Una vez allí, comprobé que era cierto, era una especie de cuadernos donde se podía ver una serie de dibujos.

—¿Tú los dibujaste?

—Sí, siempre los he hecho. Dibujar me hace olvidar de mis problemas y sufrimientos.

—Eso es bueno.

—Mis dibujos expresan lo que yo siento, mis sentimientos a lo largo de mi vida, desde que mamá murió.

In your eyes [2min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora