Capítulo 8

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"Nada mejor que tener una cita dentro de una cueva"

Jamás imaginé que la cueva pudiera tener iluminación, hay candelabros pegados a la pared y se extienden en lo más profundo de la caverna en fila de forma alineada. Estoy pasmada, completamente incrédula por la visión de aquello.

¿Por qué hay algo así aquí dentro? Dudo mucho que las bestias hubiesen hecho esto y por la mirada curiosa de Acker puedo afirmar que no sabe lo que significa.

—¿No viste esto la primera vez que exploraste la cueva? —cuestiono girándome para darle un vistazo.

—No.

Frunzo el ceño, confusa.

—¿Como puede ser eso posible? Es la única entrada —argumento tocando uno de los candelabros—. ¿Cómo vamos a salir?

Acker se pasa el pulgar por los labios como si sopesara las pocas opciones.

—Sigamos, tal vez podamos encontrar a Regak y Kreuk. —Sigue adentrándose más en la cueva, sus ojos merodean a su alrededor—. Y si no buscaré la forma de sacarte.

Aprieto los labios.

—Acker. —El sonido de su nombre saliendo de mis labios detiene sus pasos—. No creo que sea buena idea, es decir...estamos atrapados.

—No, no es buena idea —concuerda para mi sorpresa—. Pero voy a intentarlo.

No digo nada pero termino siguiéndolo, no hay nada más que me asuste como él perdiendo el control y tratando de devorarme en una cueva repleta de bestias hambrientas. Es lo mejor de la vida.

—Esto no nos lleva a ninguna parte. —Tuerzo mi blusa cuando ya hemos caminado mucho y mis piernas comienzan a doler—. Vamos a quedarnos aquí un rato.

Me dejo caer en el suelo con un suspiro de alivio. Acker niega con la cabeza y finalmente imita mi acción, cabeceando sostiene mi mano a mi lado.

No permito que aquello me afecte en su totalidad.

—¿No tienes hambre? —pregunto, cautelosa. Los ojos rubís de Acker me escrutan con esa característica intensidad—. Ya sabes...hemos caminado mucho y de pronto tú estómago ruge como un dinosaurio. —divago, pretendiendo que entiende cada una de mis palabras—. Y entonces te da hambre.

Esboza una pequeña sonrisa que parece más una mueca de repugnancia que otra cosa y aún así el sentimiento de producir aquello es hilarante. Un Acker robótico es atractivo pero uno siendo lo contrario es demasiado sexy.

—No —murmura, calmado y posa su mirada en nuestras manos entrelazadas—. Dices muchas cosas extrañas, pequeña humana.

—¿Como conociste a Kreuk y Regak? —interrogo aprovechando su momento humano y no arrogante o fastidioso.

—Simplemente estaban allí —responde, evasivo. Sus ojos siguen clavados en el mismo lugar—. ¿Sabes que nos diferencia de los humanos, Krista?

Sacudo la cabeza.

—Nosotros aprendemos con facilidad pero no tenemos sentimientos, no de la forma en que los humanos pueden. —Alza nuestras manos unidas como representación a lo que dirá a continuación—. Esto no significa nada para mi, ¿para ti lo hace?

Conquistando a la bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora