Capítulo 19

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Me recuesto contra la pared, mis ojos cansados y pesados.

Pero no puedo dormirme.

Kreuk parece inquietantemente preocupado.

—Dada la expresión que tienen ambos intuyo que algo malo pasó, ¿no? —Acker se acerca del tal forma que nuestros cuerpos se rozan, no satisfecho con dejar de tocarme.

—No necesariamente. —Suspira Kreuk dándole una mirada inexpresiva—. Regak y yo encontramos más cuerpo por el camino y más adelante encontramos una bestia femenina.

¿Bestia femenina? La pesadez en mis párpados desaparece de inmediato, me veo obligada a prestar atención minuciosamente a la conversación.

Incluso Acker también parece sorprendido.

—¿Hembra? —Ladea la cabeza, sus ojos estrechándose—. ¿Hablaron con ella?

Regak desvía los ojos hacia la pared. Ese gesto es aún más sospechoso.

—La conoces, Acker —Responde luego de unos largos segundos.

Oh.

Me pongo tensa. En reacción a la noticia me alejo del toque de la bestia que aún ni siquiera nota mi acción.

Está conmocionado.

¿Ninguna mujer como yo, eh? Por alguna razón me siento mal. La amargura me causa un nudo en la garganta.

—¿Es ella? —Los feroces ojos negros se dilatan, una oscuridad con la cual estoy familiarizada porque siempre me mira así, con intensidad—. Debo ir a buscarla.

Acker se levanta con rapidez.

Kreuk niega.

—No vendrá a menos que la veas primero, eso nos dijo.

Sonrió torpemente, incómoda por no entender de que se trata todo esto y quien diablos es ella.

Siempre me pregunté cómo las bestias se reproducen.

—¿Es inusual que existen hembras en su especie? Nunca he visto alguna desde que llegue aquí.

—No es normal y no son hembras igual que tú, es distinto. —Explica Regak suavemente.

¿Entonces como es que Acker parece conocerla cuando me ha dicho que no hay ninguna como yo?

¿Que carajos está pasando? No son celos. Solo odio que me mientan.

—Regresaré, las frutas se me están acabando y al contrario de ustedes no aguantaré mucho hasta volverme débil e inútil.

Acker me da un repaso sin precedentes. Más bien parece frío, como la primera vez que nos vimos, ¿por qué me siento tan miserable?

—Pequeña humana, quédate con Kreuk y Regak yo iré solo.

Me muerdo el labio inferior, insatisfecha.

—¿Tan importante es? —Me atrevo a preguntar ignorando la advertencia en los ojos de Kreuk.

Las facciones de Acker se afilan, la arrogancia e impotencia desprende de su postura en grandes cantidades, una vibra peligrosa que podría asfixiarte al encontrarte cerca.

—No es tu problema.

—Auch. —Regak reniega con cautela.

Y eso es todo. Mi paciencia se agota.

—¿Por qué demonios te has vuelto tan idiota ante la mención de ella? Ni siquiera me importa pero si tienes intención de volver a enterrarte entre mis piernas entonces vete a la mierda.

Conquistando a la bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora