Capítulo 9

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"Del terror al amor hay un solo paso"
—Krista Wembley.

Acker se coloca frente a mi en una posición defensiva. Los gruñidos se escuchan más fuertes y una ola de miedo fluye alrededor de mi, el temor me seca la garganta.

Mis manos se enroscan en la camisa de Acker, aferrándome como si fuera a deslizarse entre mis dedos en cualquier momento.

Los gruñidos cesan de golpe.

El silencio es escalofriante y no me gusta como todo se silencia abruptamente. La bestia frente a mi parece estar de acuerdo a decir por la posición defensiva en la que sigue.

—¿Crees que nos estén advirtiendo? —pregunto en un susurro.

—Tal vez. —Se aparta y se recuesta contra la pared de la cueva, su semblante está ensombrecido por lo que identifico como preocupación—. Regak y Kreuk no están aquí.

—¿Tú crees? —Ironizo, desde el principio lo pensé y Acker no quiso escucharme—. Bueno, ¿cómo estás tan seguro?

—No estoy seguro. —reitera con los labios apretados—. Cabe la posibilidad que estén en lo más hondo de la cueva, es la única explicación.

—También pueden haber otros pasillos y otras salidas, de esa forma ellos salieron y escaparon de las bestias que están aquí. —pienso con positivismo—. Regak y Kreuk son fuertes, estoy segura que están bien.

Acker adopta una expresión aburrida, como si mi idea le pareciera de lo más absurda.

—¿Crees que están muertos? —Insisto, completamente horrorizada por el pensamiento, debo admitir que el dúo de bestias me agradó mucho muy a pesar que uno soltó más de un comentario sobre comerme y el otro estuvo punto de hacerlo.

—Tal vez.

Es lo máximo que obtengo de él, los próximos minutos no decimos nada y me siento más cansada de costumbre, cansada y hambrienta.

—Sigamos. —Acker no espera mi respuesta, simplemente avanza y yo apenas suelto un bostezo, levantándome con desgana.

—¿Es necesario? —suspiro agotada.

—Si quieres salir si.

Eso me hace enderezarme rápidamente. Sonrío ampliamente.

—Entonces vamos.

A medida que caminamos comienzo a pensar que la cueva no tiene fin y mientras yo estoy respirando entrecortadamente, Acker no está afectado ni un cabello. Justo ahora desearía ser una bestia para no sufrir fatiga o pérdida de aliento.

—Tengo sed.

Acker se detiene mirándome por encima de su hombro.

—No hay agua aquí.

Evito rodar mis ojos por su respuesta obvia, me siento tonta por soltarlo en voz alta sabiendo lo que respondería, no hay posibilidad de beber en ese sitio, y Acker lo sabe.

Estira su mano hacia a mi, entrelazando nuestros dedos y dejándome estupefacta.

—Huelo sangre. —señala hacia adelante a modo explicativo—. Es posible que esté lleno de cuerpos.

Conquistando a la bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora