Capítulo 12

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"La oscuridad no asusta si te haces su amiga".

—¿Que les hace pensar que otros no utilizarán la misma entrada? —Mi pregunta va dirigida a las tres bestias que acaban de cerrar la entrada de la cueva que conecta con las demás, ¿puede una simple roca mantenernos a salvo?

No. Definitivamente no.

Regak, Kreuk y Acker creen que son las bestias más fuertes, pero, ¿y si no es así?

—No todos son inteligentes como yo —responde Regak con tranquilidad—. Sabes, corderito...¿por qué no te relajas un poco? Te preocupas por todo.

—Pues claro que lo hago, Regak. Soy la más vulnerable aquí, la única humana y debo tener cuidado.

Acker me lanza una mirada mortal.

—Creí que quedó claro que no volverías a dudar de mi —recriminó con amargura.

Lo ignoro. Lo cierto es que las cosas entre ambos han estado considerablemente tensas, más que antes y no ayuda mucho los comentarios malintencionados de Regak o las miraditas de Kreuk.

—Acker, no puedes asegurarme eso —Molesta sigo sus pasos silenciosos. La cueva se encuentra iluminada por los candelabros y sigo preguntándome de donde salieron.

—Aquí vamos de nuevo —masculla entre dientes Regak.

—Humana, deja de ser tan insolente —reprocha Acker, ignorando a su amigo—. Si no confías en mi no puedo protegerte.

Confío en ti, mas no en las situaciones quiero decirle.

—Tengo nombre y es K-r-i-s-t-a —deletreo las letras ya harta que me llame "humana".

Tengo suficiente con Regak llamándome corderito.

—¿Podemos concentrarnos en lo importante? —interviene Kreuk de forma calmada y racional.

Es al único que le hago caso así que me quedo callada al instante.

Mis ojos escanean los pasillos cavernosos buscándole parentesco a los de antes, se supone que ya había estado aquí, con Acker.

Pero no lo parecía.

Tengo memoria fotográfica y puedo estar segura que este lugar es nuevo, ni siquiera están los cuerpos de las bestias que ellos masacraron.

—Vengan a ver esto —comunica Regak unos pasos más adelante que nosotros—. Es alucinante.

Hago una mueca cuando el olor fétido traspasa mis fosas nasales. El aroma nauseabundo a medida que me acerco revuelve mi estómago como ya es habitual.

—¿Otros cuerpos? —cuestiono cubriéndome la nariz.

—Evidentemente —responde Acker, avanza y se inclina hacia adelante, observando la pila de cuerpos desfigurados—. Son los del otro día.

Mierda.

—¿Quién los arrastró hasta esta parte? —Kreuk analiza todo el tramo que tomo arrastrar los cuerpos—. Lo extraño es que no hay rastros de sangre en el suelo.

—Es cierto —concuerdo mirando hacia abajo, no hay ninguna mancha que lo indique. Mis ojos se elevan hacia Acker—. ¿Estás seguro que son los del otro día?

Me ofrece una seca mirada en respuesta.

—Mi olfato desarrollado no falla, mujer. —Patea uno de los huesos sobresalientes en el suelo—. Alguien los trajo aquí y se están alimentando de ellos.

—Eso no lo harían las bestias normales como nosotros —responde Regak, desconcertado—. Incluso en el bosque pelean por los humanos pero nunca se matan entre sí para alimentarse, la gran mayoría prefiere a los animales antes que llegar a ese extremo.

Conquistando a la bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora