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Un par de meses después

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Un par de meses después

Casa del abogado

Desde aquella noche, las cosas entre ambos estaban muy tensas y Nayra prefería evitar discutir con él o conversar porque sabía bien que cualquier cosa que sacaran para charlar, iba a terminar en la atracción que sentían los dos y que ninguno daba el paso siguiente a algo más. Porque después de todo, ella era la niñera y la joven a pesar de lo atrevida que era con las palabras, no se animaba a hacerle algo a más Ander. Era directa, sin filtros y audaz pero era virgen también.

Aquel día, la beba se había quedado con sus abuelos mientras que el abogado se encontraba trabajando en su estudio de abogacía y Nayra en la casa, dentro de su cuarto bordando una bufanda de color azul noche para regalársela a Ander. Era posible que aquel presente fuera una manera para volver a conversar más fluido como antes.


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El abogado llegó durante la tarde y se sorprendió de no ver a la niñera en la cocina y tampoco a su hija.

Fue de inmediato a su despacho para dejar el maletín y salió para dirigirse al dormitorio de Nayra. Golpeó la puerta y ella le habló:

―¿Puedo pasar? ―preguntó asomando la cabeza.

―Sí.

―¿Qué haces? ―cuestionó con curiosidad acercándose al escritorio.

―Nada ―respondió entre risitas y poniéndose frente a él.

―¿Por qué no puedo ver lo que estás haciendo?

―Porque no me gusta la gente curiosa. ―Rio de nuevo.

―¿Estás bordando?

―Puede ser ―contestó y le cambió el tema―, Agnes está en la casa de tus padres, tu mamá vino a llevársela después del mediodía para comprarle ropa.

―¿Por qué no fuiste con ella?

―No he querido molestarlas, es mejor que estén juntas y aproveché en adelantar un bordado.

―Entonces estás bordando. ¿Te han pedido algo?

―No, a veces lo hago para relajarme.

―Tienes otras maneras para relajarte ―admitió con algo de sensualidad en su voz.

―Sí, un baño de burbujas.

Nayra salió de frente a él porque sabía que la afectaba demasiado y Ander sonrió de lado sabiendo bien cómo se ponía cuando estaba cerca de ella.

―Bueno... Creo que prepararé algo para merendar ―acotó la muchacha.

―De acuerdo, te ayudaré ―dijo.

De Girasoles y un Amor americano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora