Ander Aritzmendi es misterioso y solitario. Recio abogado e implacable, en su mundo lo conocen como La Pantera de Chicago, con una reputación envidiable, es uno de los hombres más respetados de la ciudad.
Por horarios limitados no puede tener el pri...
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Estudio de abogados Aritzmendi
Ander se encontraba dentro de su oficina intentando relajarse después del encuentro con Blas, ahora que parecía que todo se había solucionado, le quedaba pendiente arreglar las cosas con Nayra, y para ello, compró por la página de la florería un buqué de girasoles y llamó a Madison para que fuera a la casa y ayudara a Nay a elegir el vestido para el día siguiente.
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Casa de Ander
Dos horas más tarde, la mujer se presentó en la residencia y le dio un beso a la joven cuando la recibió.
―No te esperaba —dijo sorprendida—, ¿cómo estás?
―Muy bien, ¿y tú?
―Igual... ¿te ofrezco algo?
―Un café y nos ponemos a ver los vestidos para que elijas el que quieras.
―Que yo recuerde, no hemos acordado ninguna cita ―frunció el ceño confundida.
―Tu marido me ha llamado hará dos horas atrás para pedirme que viniera así te eliges lo que quieras.
La mujer tomó del brazo a Nayra y caminaron hacia una de las habitaciones de la planta baja.
―He traído muchos vestidos, calzados y accesorios. ¿La niña? —preguntó.
―Se acaba de dormir su siesta, jugamos un rato mientras almorzábamos y la venció el sueño.
―De acuerdo, entonces a lo que nos concierne.
Durante una hora y media, Madison le mostró varios vestidos y entre los mismos quedó en un dilema con dos.
―Quédate con los dos, a Ander no le importará.
―Pero a mí sí, no puedo gastarle tanto de su dinero.
―Creo que cuando se trata de un matrimonio las cosas son de a dos y todo se comparte, pueden tener sus cosas por separado, pero la mayoría no, incluso los gastos de la mujer a veces corren por cuenta del hombre y es normal todo eso.
―¿Cómo sabes que nos casamos?
―Tu anillo y porque me lo dijo él por mensaje. Felicidades, ¿cuándo fue?
―Hace casi dos meses atrás.
―¿Y cómo los trata la vida de casados?
―Ahí vamos.
―Es algo difícil con la pantera, ¿no?
―Un poco pero a veces yo también soy difícil.
―No sería nada raro, hay que hacerle frente a la pantera, no cualquiera se lo hace, lo bueno es que se terminen reconciliando —emitió dándole un guiño de picardía.