「La "Nada"」

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The mistery of pain

Cada día, cada vez más cansado que el otro, sabiendo que queda nada y que queda tanto, la presión posando en sus hombros y destrozando su espalda, los ojos tan oscuros pintados de grandes ojeras, junto a un color rosado dentro de esos tristes ojos por haber llorado tanto, en silencio, guardándose todo, donde una simple almohada era la única cosa que le consolaba a García.

Aún tenía a dos amigos, Horacio y Conway, cuales eran más cercanos que cualquier otro, pero aún así, ellos eran ciegos, no veían la tristeza que inundaba el rubio, su aura de decepción y su cansancio después de haber estado tanto tiempo siendo controlado por un payaso. Gracias a eso estuvo varios días encerrado, controlando a Pogo, su pequeño amigo, que le causó tantos problemas hasta el punto de olvidarse su verdadero nombre y al punto de que varias personas lo odiaran, no a Pogo, sino a Gustabo, ya que la gente no sabía aquella diferencia, cuando había más de la que creían.

Después de que ese compañero haya desaparecido, gracias a esa pastillas tan asquerosas este empezó a sentir un vacío, estando al borde de la locura, sintiendo aquel nudo en la garganta tan molesto, junto lidiar con aquel dolor de cabeza tan irritante e intentar parecer que todo iba bien era imposible.

Un último suspiro salió de la boca de García, volviendo a la realidad y mirando a la nada, apoyándose en la barandilla de aquel puente y mirando a las estrellas que le acompañaban

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Un último suspiro salió de la boca de García, volviendo a la realidad y mirando a la nada, apoyándose en la barandilla de aquel puente y mirando a las estrellas que le acompañaban.

El sonido del teléfono empezó a sonar levemente, cada vez más fuerte y vibrando en su bolsillo. Este lo cogió, primero miró la hora, que marcaban las 1:30 de la mañana, después vio el nombre de la persona que le llamaba era Horacio, atendió a la llamada y se quedó en silencio hasta que el contrario le dijera algo.

¿Gus?— dijo preocupado, ya que después de 3 llamadas cogió.
¡Dime Horacio!— respondió, metiéndose una mano en el bolsillo de la chaqueta que traía de color marrón, para así empezar a deambular entre las calles oscuras y llegar al piso. Las farolas le guiaban para no perderse en la oscuridad.
¿Dónde estás?— cambió el tono a uno más suave, relajándose ya que sabía que su mejor amigo estaba bien.
Paseando, pero ya estoy llegando a casa, ahora nos vemos, Perla.— intento darle un toque juguetón a la última palabra, soltando una suave risa y colgar antes de que el otro pudiera despedirse.

Horacio, Horacio...— susurró para él mismo y continuar caminando, a paso más acelerado.

𝐑𝐚𝐲𝐨 𝐝𝐞 𝐋𝐮𝐳 (Intenabo AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora