⚠️CANCELADA⚠️
Gustabo García, sin saber por dónde ir, que camino escoger, cansado de su consciencia y de su vida decide acabar con ella, pero un pequeño rayo de luz, lo impidió.
El Rubio, inconscientemente empezó a andar, al principio sin rumbo, luego su cabeza le hizo dirigirse a un sitio en concreto, un viejo amigo, se podría llamar.
La lluvia estaba desvaneciendo lentamente, haciendo que el suelo y diferentes superficies se quedaran húmedas, junto a charcos de diferentes tamaños.
El cuerpo de García pesaba más que nunca, haciendo que este al caminar se cansara más de lo normal, intentando seguir a paso lento, pisando ramas y hojas, cual resonaban en su cabeza y cada vez que lo oía, se le hacía satisfactorio escuchar aquel crujido y familiarizarse con el.
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Una fuerte ola de viento hizo que el pelo rubio de Gustabo se le hiciera para detrás, dejando sus bellos ojos al descubierto, permitiéndose observar hacia el frente y ver un tenebroso hilo de niebla, cual cada vez se hacía mayor, consumiendo árboles y aquel puente, haciéndose imposible de visualizarlo bien. García, sin pensarlo, cruzó aquella niebla, mirando alrededor, buscando el filo del puente, apoyándose en su barandilla como cada noche.
—Quiero acabar con esto de una vez.— soltó al aire, tocándose el pelo y restregándose su mano por toda la cara, cual estaba caliente ya que estaba a punto de derramar algunas lágrimas. —Hoy quiero tener esos huevos y poder finalizar todo— susurró, apoyando ambas manos en su frente, abriendo sus ojos y mirando el vacío que proporcionaba el puente, dejando ver grandes quilómetros de distancia, cuales te matarían en tan solo 3 Segundos.
Débilmente, el de ojos azules subió a la barandilla del puente, cual hizo un ruido de lo oxidado que estaba. Cogió aire y miró una vez más hacia abajo, aquella oscura agua, golpeando cruelmente a la roca.
—Bueno... pues así acaba todo, ¿no?— comentó solitariamente, soltando una pequeña risa junto a lágrimas, que caían por esa pálida mejilla sin compasión.
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El ambiente en ese lugar era agradable, lleno de humedad pero confortable. Por ahí pasaban bastantes coches a menudo, hasta que un gran crimen sucedió, así haciéndose que aquella zona simplemente pasaran policías de vez en cuando. Por eso, García corría el riesgo que un ex-compañero pasara por ahí y le viera, al borde de la muerte y siendo débil.
Y así es como un pequeño ruido de motor se hizo presente en aquel agradable ambiente, cual cambió en cuestión de segundos a un ambiente tenso, haciendo que el cuerpo del rubio temblara con temor, ya que el coche se aproximaba cada vez más.
—Espera...ese es...— susurró Gustabo con dificultad, ya que su voz temblaba junto a todo su cuerpo. Forzando la vista, descubrió quién era el que se aproximaba a su dirección.