⚠️CANCELADA⚠️
Gustabo García, sin saber por dónde ir, que camino escoger, cansado de su consciencia y de su vida decide acabar con ella, pero un pequeño rayo de luz, lo impidió.
La presión y los nervios a flor de piel se hallaban ahí, circulando por aquel ambiente tenso que se creó en cuestión de segundos, apreciando ambas respiraciones que iban al mismo compás. La mirada fija en sus bellos rostros, mientras el viento pasaba por sus cabellos y los movía con facilidad.
—Hazme el favor de bajar aquí, por dios.— insistió el de pelo negro, cuál cada vez sentía que sus manos empezaban a temblar, con miedo a que todo acabase ahí, ocultando aquel temor por aquellas gafas tan típicas que siempre eran presentes.
—Conway, esto debe de acabar de una manera u otra. O me mato yo, o me mata usted de un disgusto, ¿me entiende?— contestó, agachándose a su altura, mirándole con desprecio, sintiendo una mezcla de sentimientos florecer en su barriga, mientras un pequeño nudo seguía subiendo por su tráquea.
—Así no van las cosas, Gustabo. Horacio y yo sabemos que eres lo bastante fuerte como para hacer esto ahora.— prosiguió, intentando animar al rubio y salvarlo de aquella muerte, cual le iba a costar por lo que se veía.
Una risa resonó por las montañas
—¡Mira quien fue a hablar! El viejo amargado que cada día me pisoteaba, ¿verdad? ¡Ese es usted! Que si despedido, que si chantaje, que si manipulación, que si pico de oro...¡Y ni siquiera me tenía compasión! Solo es usted, usted y ¡USTED!— rechistó, mientras pájaros volaban por el escandaloso ambiente que se había creado.
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—Perdón.— respondió Jack, en un leve susurro.
El silencio empezó a invadir aquel espacio, esas palabras confundieron a García, dejándole sin habla y experimentando de nuevo aquellas mariposas que sintió en un principio, pero perdió a lo largo del tiempo.
—Te pido perdón de una manera sincera, la verdad, te mereces más que un perdón, y soy consciente de ello.— siguió el de traje, quitándose aquellas dichosas gafas y mirando a García de una manera profunda a los ojos, cuales estas, en seguida, conectaron.
—La mayoría de veces soy consciente de que hago bastantes cosas mal, pero nunca me he llegado a rectificar, y... creo que ahora es buen momento, ¿no?— pintó una leve sonrisa, intentando que el de ojos grisáceos, cual lágrimas estaban estancadas ahí, se relajara.
—Creo que ambos necesitamos empezar desde cero.— terminó
