—Lee Joon —Una voz llamó al único de aquellos seis que logró subir hasta la copa del árbol más alto de la tierra.
—Es mi nombre —Joon sonrió—. ¿Dónde estás?
Del interior de aquel palacio que deslumbraba tanto como el sol, apareció un ser que parecía flotar.
Femenino, delgado, ojos grandes, boca pequeña, pómulos sobresalientes y... verde.
—¿Quién eres? —cuestionó Joon.
—No tengo un nombre joven vampiro —la mujer descendió frente a él—, puedes simplemente llamarme Silfide.
—Eres un ser de luz —Joon afirmó entrecerrando sus ojos ya que no podía verla adecuadamente.
—Y tú eres un ser de la oscuridad —Silfide le respondió—, que curioso que pudieras subir.
—No deberían haberme dejado subir —Joon sonrió aun cubriéndose con la mano.
—El qué estés aquí no es un error —la mujer extendió su mano hacia Joon—, vienes por la piedra de Procyon no hay error, solo porque no la quieres por deseos egoístas es por lo que puedes tomarla.
Silfide tocó el suelo con sus pies desnudos, una pequeña onda de viento surgió de ese contacto y extendió su mano, a una distancia tan cercana como para que el segundo la tomara, quien por un momento lo dudó.
Pero estaba ahí por un propósito, conseguir la piedra porque Jin la quería para Key, por lo cual terminó siendo guiado dentro de aquel palacio, un palacio que parecía tan liviano como el aire pero tan fuerte como la ráfaga más violenta.
Y es que, en realidad eso era, el hogar de Silfide se componía de espacios delimitados por el aire mismo en la cima del monumental árbol, imposible de ver para los ojos de cualquier otra criatura al punto que si Joon soltara la mano de su guía probablemente quedaría perdido.
Un par de curiosos ojos lo miraban en su recorrido, acompañados de una risita traviesa y juvenil.
—Debe ser raro ver a un ser de la oscuridad por aquí —dijo Joon al notar a la pequeña que lo observaba.
—No le prestes atención —Silfide le indicó—, eres la primera criatura que ve además de mí desde su nacimiento.
Así Joon comprendió que la pequeña era su hija, una niña sin las características alas de libélula de su madre, sin los bellísimos reflejos multicolor y sin la iridiscencia de las mismas, pero con piel tan verde y radiante, tan llena de vida, como la de su progenitora.
Así Joon recorrió de la mano de la mujer una serie de pasillos, siendo seguidos por la pequeña a una corta distancia, hasta que finalmente llegaron a un cámara que parecía estar delineada por las nubes más esponjosas que pudieran existir.
—Allí está —señaló Silfide—, la piedra de Procyon.
Joon observó una brillante piedra, transparente como el agua más pura pero brillante como la gema más preciosa, rodeada de nubes esponjosas que le recordaban a cierto esponjoso conejo travieso.
El joven vampiro se acercó a la piedra bajo la mirada vigilante de Silfide y a punto de tomarla se detuvo para preguntar.
—¿Cuál es el precio? —Joon cuestionó.
—¿Cómo sabes que hay un precio que debes pagar? —Silfide sonrió.
—Porque si fuera solo tomarla Procyon habría llegado antes que yo —Joon miró a la dama—, debe ser algo que ni siquiera él está dispuesto a perder.
—Tienes razón joven vampiro —Silfide sonrió.
—¿Me contarás?
—Te diré la versión corta para que puedas decidir, pero una vez lo sepas, debes pagar el precio —Silfide sonrió y se acercó para tomar la piedra y acunarla en sus brazos como si estuviera viva—, Procyon ha cambiado con los años, ya no es la bestia devora humanos que fue en sus inicios, cada cien años debe afrontar una prueba en donde se acerca o se aleja de su objetivo y cada cien años debe sacarse el mismo el corazón y arrancar parte de su alma.
—Eso son las piedras —Joon comprendió—, no es su alma ni su corazón, son parte de ambos, pero ¿Por qué?
—Porque en cada ocasión después de su encuentro con Sirius queda tan mal herido que es la única forma que encontró para poder soportarlo —Silfide miró la piedra en sus brazos—, porque si los conservara los sentimientos y el peso de los mismos lo corromperían hasta convertirlo en la bestia original que fue creada para devorar humanos, en la bestia que no quiere volver a ser.
—Él no quiere serlo —Joon susurró.
—¿Por qué querría volver a serlo... después de lo mucho que le costó romper su destino?
—¿Por qué cien años?
—Porque cada cien años las estrellas de Sirius y Procyon se acercan lo suficiente como para tener un único encuentro —Silfide sonrió—, un encuentro que no siempre es agradable, durante los últimos cien años, cada una de las piedras ha sido custodiada por los guardines que Procyon eligió, aunque algunas ya han sido robadas, pero el proceso de purificación no se puede detener, así su alma y corazón se purifica para volver a él, y permitir su renacer como Procyon.
—Una pelea a muerte con un fenix —Joon miró a Silfide—. ¿Fue lo que pidieron a cambio de guardar la piedra?
—El trato con cada criatura es diferente —Silfide sonrió—, los fenix sólo quieren divertirse antes de su renacer, pero en cambio yo... no te retaré a muerte, solo pediré lo mismo que Procyon dijo que le pidiera cuando viniera por la piedra.
En ese momento las nubes blancas se tornaron negras, fuertes relámpagos
comenzaron a atravesarlas, Joon miró en dirección a donde creía estaba la salida, pero ahora se encontraba en medio de un torbellino furioso que lo obligaba a sentarse en el suelo para no ser arrojado por los fuertes vientos que lastimaban sus ojos.
Así poco a poco sintió como el aire se volvía más pesado hasta que finalmente se desmayó.
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~°~ SIRIUS & PROCYON ~°~ JONGKEY ~°~ [PAUSADA]
FantasiSINOPSIS Reconocido como "Sirius" el príncipe heredero del Reino de "Arctos", Jonghyun es un Licántropo que puede transformarse a voluntad. Desde que tuvo uso de razón, una enseñanza se le repitió con cada puesta del sol: "Nunca debes confiar en un...