INSIDER - l.s

1-[a insider]

Una persona con información privilegiada, miembro de cualquier grupo de personas de número limitado y acceso generalmente restringido, esa es la definición de Insider*, la había leído hace poco y ahora no podía sacarla de su mente.
Eso es en lo que Louis se había convertido inconscientemente una vez que le permitió a Harry entrar a su puerta y a su vida.

Grupo de personas de número limitado. ¿Personas?

Sacudió su cabeza suavemente ¿Harry contaba como persona? Aunque el concepto de persona ​ es un concepto principalmente filosófico, después de todo era un humano.

Era. Era humano.

Tenía una voz en la cabeza que no le dejaba pensar, el bullicio del bar tampoco le ayudaba y el dolor muscular no había cesado para ser honesto. Se recordó mentalmente que tal vez debería comprar una pomada desinflamante para frotar su musculatura, quizá un analgesico o algo por el estilo. El bar estaba especialmente concurrido aquella noche, aunque así solía ser los domingos de micrófono abierto, tal vez se podría atribuir a que el castaño de ojos claros arriba del diminuto escenario tenía una suave voz acompañada de un atractivo acento en cada una de sus palabras. Por breves momentos se dejaba caer inmerso en la melodía de su canto, hasta que le pedían nuevamente un trago y el bullicio comenzaba a tintinear nuevamente en su cerebro.

Un escalofrío le recorría la espina cada tanto y giraba a ver el reloj de la pared constantemente esperando que terminara su turno. Faltaba tan poco y a la vez demasiado.

3 am, solo quince minutos, solo aguanta.

Necesitaba sentarse, necesitaba relajarse, necesitaba echarse en el sofá a pesar de que pasó casi todo el día allí acurrucado contra Harry, que prácticamente lo obligó a atornillarse allí una vez que admitió sentir dolor en su cuerpo.

¿Seguro que quieres volver a casa?

Era una tortura constante, no había dudado ni un solo segundo desde que abrió los ojos por la mañana. No hasta que salió de su casa, hasta que llegó al bar y volvió a la vida real, la vida mundana y normal. Donde cualquiera debería estar aterrado de saber que un vampiro está esperando dentro de su casa.
Louis no era una persona de preocuparse mucho, pero una vez que algo lograba preocuparle, no había manera de sacarlo de sus pensamientos, al menos no por unos días.

Janice, la dueña del lugar cerró la puerta haciendo tintinar la campana, el seguro hizo estruendo en sus tímpanos como si le pusiera en alerta mientras repasaba una última vez la barra; siempre la dejaba brillosa, impecable, pulcra y lista para el siguiente día.

- Puedes irte cariño - habló suave mientras se quitaba los tacones sin pudor frente a Louis - Te noté algo extraño esta noche - acomodó su cabello grisáceo detrás de sus orejas - ¿Estás bien? ¿Estás enfermo? Si lo estás no tienes que venir Louis...

- Gracias Jani, estoy bien - aclaró rápidamente - solo cansado, fui de fiesta ayer

- ¿Celebraste el Halloween como se merece?

- No tienes idea - rió más para si mismo que para ella.

- Me alegro cariño - sonrió y acomodó una de las banquetas que no estaba aliada en la barra - Mañana tendré tu paga, por cierto, hubo mucha gente éste fin de semana ¿Te dejaron buena propina?

- Mhmm - hizo un además mirando el tarro medio lleno - Algo, como siempre.

- ¡Aprovéchala! No la gastes en cigarrillos, deja el vicio ya, te va a matar - rió irónica sacando uno de su propia cajetilla e hizo un ademán hacia la parte trasera- Vamos, se nota que ambos morimos por descansar un rato ésta noche.

Sacó la propina del tarro y la metió en su chaqueta como de costumbre, Janice lo despidió con una palmada en la espalda al salir por la puerta trasera y se adentró en el pequeño callejón para salir hacia la calle principal. Por primera vez en mucho tiempo se detuvo al dar el primer paso y miró con atención cada rincón ¿Por cuánto tiempo exactamente lo había seguido Harry? No notó nada fuera de lo común entre la pobre luz del estrecho camino y sacudió la cabeza dispersando las ideas.