Arya
La marcha de Lisa dejó un pequeño abismo vacuo en mi estómago. Me sentí cómoda y a gusto charlando como si fuésemos dos jóvenes sin preocupaciones. Me transportó a un mundo distinto. Pero cuando se fue, caí en la cuenta de algo que debía tener en cuenta. Ella vino por conveniencia, no por ninguna razón más. ¿La prueba? Solamente hablamos sin estar completamente en serio. De vez en cuando compartíamos alguna que otra broma y frases con doble sentido, que por cierto, me dejaron en ascuas. Yo no esperaba que los sucesos se desarrollaran así.
Retrocedamos un poco hacia algunas de nuestras anteriores discusiones. Como cuando yo hice que se tragara todas sus estúpidas suposiciones sobre que yo había crecido en el lujo y la popularidad. O cuando defendió a Samantha y permitió que difundiera todos esos atroces rumores sobre mí. ¿No le importó que yo me sintiera devastada por ello?
Seguíamos en las mismas. El tiempo que transcurrió mientras estábamos juntas no sirvió de nada, excepto para conocerla un poco más. Descubrí que Lisa era lesbiana y que alguna vez se enamoró. Ya está. Nada más.
Entre nuestras bromas y conversaciones de varios temas, yo fui la única que compartió anécdotas. Me di cuenta tarde de esa fatalidad. ¡Cómo pude permitirme darle otra oportunidad de lastimarme más! ¿Estaba demente? ¿O es que su presencia era tan fuerte que no era consciente de lo que decía y hacía? ¿Y qué tal si se trataba de las dos opciones?, porque así era.
Me prometí que no dejaría que Lisa siguiera invadiendo mis pensamientos y emociones. ¡Para eso ya tenía a John! Él si demostraba que le importaba. Tenía buenas intenciones conmigo. Debía enamorarme de él por mi bien. Porque sino, acabaría enamorándome de Lisa, la persona que menos me convenía.
Planifiqué el día para dedicarlo a mí misma. Me estaba descuidando demasiado. A veces no reconocía ni mis propios ojos de las ojeras que los cubrían. Mi piel en general lucía demacrada. ¿La solución? Acudir a un spa.
En Internet busqué y comparé los distintos centros de belleza que se encontraban repartidos por Bangkok. Me decanté por el que más atractivo me resultó e hice me reserva para la tarde. La mañana la dedicaría a hacer ejercicio.
Tras darme una ducha me vestí y acudí al salón de belleza, donde una agradable dependienta me atendió y me condujo a la sala de masajes. Lo típico: cuidado facial, un masaje de cuerpo entero y un tratamiento para el pelo. Aunque no era tan típico, pero no me estaba aplicando nada raro. El batacazo que me metieron como factura le hizo justicia a lo sosegada que me encontré cuando el largo proceso de tres horas finalizó.
El día transcurrió rápido y sin muchas emociones de por medio. Me alegró acostarme en la cama sin ninguna preocupación.
[...]
El día siguiente no aparentaba ser mucho más agitado que el anterior. Era el primer fin de semana que tenía tan tranquilo. Podría haber pensado en lo confortante que habría sido pasar mis días de descanso así siempre, pero la tranquilidad no duró mucho.
Yo me encontraba comiendo una macedonia cuando mi teléfono comenzó a sonar. Cogí la llamada sin mirar de quién se trataba.
—¿Sí?
—Hola, Arya. —La voz de Lisa sonó al otro lado. Casi escupí los poco trozos de fruta que aún no había tragado.
—Ho-hola —balbuceé—, ¿pasa algo?
—Sí. Ha surgido un problema en uno de nuestros edificios.
—¿Qué problema? ¿Y dónde?
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Infranqueable
FanfictionArya, que se está iniciando en el mundo de los negocios, es forzada por sus padres a fusionarse con una gran compañía; la empresa del gran imperio Manoban. Y allí, en Bangkok, conoce a la presidenta de dicha firma, Lalisa Manoban, tan impávida y tan...