Capítulo 40: Reino dragonico.

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Los gritos de terror resonaban por todos lados, las llamas cubrieron lo que alguna vez fue una ciudad próspera. Una cacofonía de gritos suplicantes saturó el aire. Las casas estaban en ruinas, los edificios se desmoronaban, cuerpos de personas impregnadas por todas las calles de la ciudad, el color rojo le daba un aire diferente a todo el lugar. Era un infierno en la tierra.

En la lejanía se podía ver una gran muralla destruida, junto a múltiples cuerpos de soldados mutilados.

La visión se tornó borrosa.

Mientras este infierno ocurría enfrente de ella, dos criaturas luchaban en los cielos nocturnos.

Un ser de luz y un ser de oscuridad, luchando a muerte.

Solo se podia describir como una batalla de dioses en el mundo de los mortales. Era algo inimaginable.

De la pelea surgía fuego que quemaba todo a sus pies.

Las figuras se golpeaban una a la otra, generando un destello a cada movimiento que realizaban.

El ser de luz parecía tener la ventaja. Era irónico, pues la criatura a la que se enfrentaba era 10 veces más grande que él.

Una ráfaga de energía salió golpeando al ser de luz.

Las casas alrededor fueron destruidas.

Lanzas de energía divina golpearon a la criatura. Envolviendo la oscura noche en un fulgor brillante.

La batalla se inclinaba a favor de la pequeña figura con un aura de divinidad.

La criatura gigantesca simplemente atacó sin medir su poder, sacudió el suelo debajo de ellos.

Un domo de luz rodeó a la figura, mientras, en la distancia, un tercer rayo de luz se acercaba hacia ellos dos.

La visión se tornó confusa.





De un momento a otro, despertó.

El sudor cubría su cuerpo, la falta de aire era constante.

Mientras jadeaba pesadamente, comenzó a inspeccionar a sus alrededores.

Estaba de vuelta...

La misma vista que la había recibido por tanto tiempo, su habitación.

Después de asegurarse de que se había calmado lo suficiente como para levantarse, ella se animo, dirigiéndose a la puerta.



En medio del camino, recordó su visión. Todos esos cuerpos mutilados, sesos esparcidos como mantequilla; era una escena que ella no podría aguantar.

Vómito en el suelo de su lujosa habitación.

Las puertas de su dormitorio fueron abiertas abruptamente mientras un par de sirvientas entraron a socorrerla.

—¡¿Deilyna sama, se encuentra bien?! —Preguntó una de las sirvientas.

Al entrar, ellas notaron como tenía su rostro pálido y demacrado, bolsas debajo de sus ojos. Sus piernas y brazos con extrañas quemaduras violeta, debido a su maldición.

—N-No... ¡No estoy bien! ¿No me estás viendo? —Respondió limpiándose su boca.

—¿Gustaría que la ayudase en algo? —Preguntó la otra sirvienta.

Overlord: Mundo oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora