Cuenta una muy vieja, viejísima leyenda, prácticamente olvidada, que hace muchos años en una aldea cerca de la costa vivía una joven pareja de enamorados.
Un pescador y un artesano.
Ambos muchachos se ganaban lo que tenían con el sudor de su frente, trabajando arduamente y aunque no tenían lujos ni riquezas ellos no podían pedir más de la vida ya que se les concedió el privilegio de poseer un tesoro más grande que cualquier otra cosa que el dinero pudiera comprar. El amor. Un amor tan sincero, más real que sus existencias que quemaba con la intensidad del sol.
No eran dueños de más que su pequeña cabaña en la playa que apenas tenía la cama que compartían juntos, una mesita a juego con dos sillas de madera talladas a mano, sus gastadas prendas de vestir y otras cosillas de lo más básicas por mencionar sus más preciados bienes materiales, pero aún más importante que eso, ambos eran dueños el uno del otro en cuerpo y alma.
Al anochecer como ya es costumbre y siempre que les place Jimmy y Tommy ya arden en llamas, el pescador sobre el artesano, sosteniéndose uno al otro como si no hubiera universo más allá de ellos en su burbuja.
Jimmy era en definitiva un hombre tan romántico como apasionado, le susurra palabras de amor al oído que se encargan de acariciarle el alma cuando sus manos están dedicadas a explorar el ya bastante bien conocido cuerpo de Tommy mientras que este se retuerce ante su tacto, deshaciéndose en gemidos que abandonan sus labios sin permiso, que tampoco se preocupa por callar y que a Jimmy le gusta tanto escuchar.
Luego de recitarle hermosas promesas en las que sólo se pensaba en ellos, Jimmy mordisqueó un poco el lóbulo de la oreja de Tommy para luego pasar a su mandíbula y descender por su cuello con besos.
Cuando llega a la piel de su pecho, sus besos son acompañados de suaves mordiscos y lamidas, en especial sobre el par de botoncitos rosas que adornan el pecho liso de Tommy, dejando un rastro de ligeras marcas rojizas.
Continúa con su camino hacia el abdomen y no se le permite llegar más abajo porque Tommy lo empuja un poco, incorporándose también para besar esos maravillosos labios que lo enloquecen.
Para Tommy los labios de Jimmy eran el camino al Edén, y ni hablar de esas habilidosas manos largas que se encargan de complacer solas al mayor de ambos, mientras que los labios de Jimmy son apresados por los de Tommy.
Jimmy se había perdido tanto disfrutando de la deliciosa piel de su amado, embriagado de ese olor característico del joven que no se dio cuenta de lo mucho que estaba haciendo esperar a su chico por otras atenciones, casi volviendo de ese tiempo una tortura placentera.
Así que Tommy decide cambiar sus posiciones, quedando Jimmy debajo de él, sosteniéndolo de los hombros fuertemente, sin darle oportunidad de protestar.
- Déjamelo a mí - ordenó de una forma tanto autoritaria como erótica
Sin miramientos se coloca sí mismo sobre el ya despierto miembro de Jimmy y ya acomodado en su entrada, se desliza lentamente hacia abajo en su totalidad, luego levanta un poco la cadera, sin desalojarlo por completo su interior y nuevamente desciende a un ritmo casi desesperante pero firme, ya que usa su propio peso para un contacto más y más profundo repetidas veces, inclinándose un poco hasta dar con ese punto dulce que lo hace ver estrellas. No es doloroso ya que esta viene siendo la tercera ronda de la noche.
La sensación es abrumadora para ambos.
Jimmy por su parte, está siendo llevado al éxtasis, la exquisita vista de Tommy meneándose con sensualidad sobre él, ese cuerpo perfecto, con las formas justas, deseaba no tener que parpadear para no perderse nada de esa imagen, de cada gesto de hacía, acompañando eso de la sensación en su intimidad siendo tan bien recibida en la estrechez de él.
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Historias al azar (Mii2)
Hayran KurguSi te animas a leer esto debes saber que no encontrarás nada fuera de lo ordinario, ni buena ortografía, ni redacción. Sólo cualquier cosa que se me ocurra escribir de esta tierna pareja ¿Jalas o te freseas? :v