Mariah comienza a temblar, pero con un poco de valor abre la boca, tratando de parecer segura y fuerte, pero está segura de que no está haciendo precisamente eso.
-¿A qué te refieres?
Empuja a Vanessa y sube las escaleras sin decir nada. Las tres todavía se miran asustadas. Saltan de miedo al escuchar una puerta golpearse contra la pared e inmediatamente después otra. ¿Qué estás haciendo?
Otra puerta, Mariah reacciona y corre por las escaleras, hasta que llega a su habitación y siente que le falta el aliento cuando lo ve cerca de la cama y con los ojos fijos en la niña. Se apoya contra el marco de la puerta e intenta respirar hondo.
¿Como lo descubri?
-¡No!-grita cuando lo ve levantar la bebé. Ella se acerca, pero la mirada que él le lanza la detiene a unos metros de distancia.- Por favor, bájala.
-¿Cuánto tiempo planeaste esconderla?
- No pensé que estuvieras interesado.
-¡Es mi hija! -Gritó y la pequeña de repente abre los ojos y lo mira. Él también la mira y sonríe y ella inmediatamente le corresponde. Ella no tiene miedo - Que hermosa eres - Le besa la frente - ¿Cómo se llama?
-Michaela.
-¿Por qué este nombre?
-Me gustó.
-¿Cuánto tienes ahora?
-Tiene dos meses.
Él la mira con los ojos llenos de ira y ella retrocede de miedo.
-Perdí dos meses de su vida ... ¿Cuánto querías que perdiera? - Mariah abre la boca para responder, pero él inmediatamente comienza a hablar de nuevo.- Se va conmigo.
-¿Cosa?
-Me la llevo de aquí, de ahora en adelante vivirá conmigo.
-¡No, no puedes llevarte a mi hija!
-Sí, puedo hacerlo y ¿sabes por qué? Porque soy el padre. ¿Por qué tu no trabajas y ya no tienes un lugar donde vivir y si no fuera por la caridad de tu amiga ahora estarías en medio de la calle y sabrías lo que haría un juez al saber todo esto? Te lo quitaría para siempre. -Mariah empieza a llorar. -Pero no soy tan cruel, me la llevaré y en mis términos puedes venir a verla.
-Lyanno ... Por favor.
-No me supliques. Ahora lo he decidido.
-¡No te dejaré! ¡No te dejaré salir de esta habitación! - grita Mariah.
De repente cierra la puerta y luego esconde la llave dentro de su sostén y se apoya contra la puerta, mirándolo desafiante.
-¿Qué harás?
-Nos quedamos encerrados aquí. Para siempre si es necesario.