❚ los dos chicos más populares de la secundaria se odian, aunque llevar una vida doble donde tienes un trato sexual con el mismísimo lobo que detestas no se escucha nada mal.
❛ no me agrada que seas cálido con los demás,
pero me excita ver que ere...
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cuando pude recapacitar por todas las cosas que dijo mark, escuché como mark estaba a punto de volver a la fiesta, así que corrí por el pasillo hasta divisar la cabellera castaña del otro.
— ¡mark! — le grité, empujando a más de uno en el camino y llegando a él pocos segundos después que se girase, quedando estampado contra su pecho. — ¿qué acabas de decir? ¿con todo eso del pijama y no vuelva a estar en esas pintas? ¡¿qué me estás diciendo?! — le grité mientras en mis puños sostenía la tela gris que cubría su pecho.
— que quiero que te quedes. ¿no fui obvio? — enarcó ambas cejas, hablando despacio y bajo, tanto que debía acercarme. negué con la cabeza. — ¿en serio?
— acabamos de gritarnos en la cara y tú me pedías espacio, que voy a saber yo que quieres que me quede. — hundido en nuestra nube, tardé tiempo en tener en mente que el pasillo estaba abarrotado de estudiantes. pasó uno de sus brazos por mis hombros y comenzó a caminar, conmigo a su lado. terminamos llegando a la puerta de su habitación y entramos. — no entiendo.
— ¿qué parte no entiendes? — susurró. empujando mi cuerpo levemente, mientras se dirigía a su típica cajonera y sacaba algunas toallas. — toma, sécate. no quiero que tomes un resfriado. — me aproximo una, mientras dejaba otra para él y se iba hasta la cama, sentándose en ella y retirando su camiseta plomo. pegué un delicado saltito al ver su torso desnudo y como pasaba sin miedo la toalla por su tersa piel. suspiré confuso y pasé la tela por mis cabellos. — repito: ¿qué parte no entendiste? — lo volví a mirar, tragando duro y lamiendo mis labios.
— la parte dónde me pides que me ponga un pijama luego de echarnos en cara cientos de cosas, ¿esa es tu forma de decir perdón o qué? — sonreí de lado y saqué mi camiseta, para pasar sin dedicación la toalla y ponerme la ropa que me dio el mayor.
— esa es mi forma de decirte lo siento, y que quiero que te quedes, y también que me gustas. — soltó sin filtro, la piel de mi espalda se erizó, dirigí mi rostro a dónde estaría su cuerpo tirado en la cama, sorprendiéndome al verlo frente a mí con los ojos brillosos y una sonrisita de labios, con el torso al descubierto y sus cabellos todos desalineados. — ¿te ayudo? — me guiñó un ojo con picardía, negué con la cabeza. — vamos, se que quiere que te ayude, bebé. — asentí con la cabeza, dejando que se acerque lo suficiente a mí y posando su toalla sobre mis cabellos, mientras me miraba a los ojos y tiraba mi pantalón al suelo. mi respiración se volvió errática, pesada y débil bajo los fuertes y profundos ojos de mark. — ¿algo para decir? — pregunté entre medio del pesado silencio. asentí débilmente.
— sí. — dije, mi corazón latía con fuerza, mi garganta quería hablar, sólo debía abrir los labios y dejar que las palabras salgan sin miedo, ya no más.
— entonces, dilo.
— me gustas. — confesé, mirando sus ojos fijamente, los mismos que minutos antes me miraban con odio y confusión, ahora estabas bañados en un brillo único, especial, alivianados y felices, con alegría. sonrió.