Pasaron varias horas antes de que dejará esa pequeña habitación. Para entonces el lugar estaba repleto de cajas y varios muebles. No vi a Bills,
pero lo oí en el que seria su dormitorio. Hablaba por teléfono o eso me pareció. Yo salí sin hacer ruido. Era viernes y quería distraerme un poco en algún bar o solo caminando por la calle. Me lo pase dos días encerrada, necesitaba aire fresco. La suave lluvia se sentía bien así que no me puse la capucha y caminé por la acera
mirando a la gente volver a sus casas o salir de ellas.Cuando sali eran cerca de las ocho. Me gusta esa hora para ir a un bar. Volví cerca de las once, odio estar después de esa hora en un bar. Ya no llovía, en cambio, hacia bastante frío para caminar así que tomé un taxi para regresar a casa.
Cuando abrí la puerta me estrelle con una pila de cajas y tire la de la parte superior. Un montón de películas cayeron de ella. No las miré, las levanté rápido y puse la caja en su lugar. Como no había ninguna luz encendida, asumí que él estaba dormido y me dirigí al balcón. No tenía sueño por lo que pensé relajarme un poco al aire libre. Para mi sorpresa él estaba ahí sentado en el piso con una pequeña libreta en la mano, un lápiz y una calculadora. Entorno a él habían varios envoltorios de hamburguesas, una caja de pizza con una rebanada fría y media docena de latas de cerveza. Cuando puse un pie en el balcon, me miró de reojo. Me disculpe pues sentí que lo interrumpí en algo importante.
-¿Sueles llegar a esta hora?-me preguntó haciendo girar el lápiz entre sus dedos.
-No, a veces lo hago mucho más tarde- le respondí, pero mentí.
-Creo que deberíamos poner algunas reglas ¿No lo crees?
-Adelante, te escucho- le dije porque si hizo aquella sugerencia era obvio que tenía varias leyes en mente.
Él movió la lámpara de escritorio con la que se estaba dando luz. La apuntó directamente hacia mí que descanse mi espalda en el cristal de la ventana. Primero que todo me prohibió hacer cualquier tipo de escándalo. Me lo prohibió si derecho a ninguna excepción. Nada de música alta y en general nada que pudiera ser motivo de interrupción de sus descansos. Después señaló que tanto la renta, como los gastos comunes estarían cubiertos a la mitad por cada uno de nosotros, pero en cuanto a la comida era cosa de cada quien. También aclaró cosas como que no quería el baño saturado de mis productos de belleza, mucho menos encontrarse mi ropa interior en la ducha y varias otras cosas que me hicieron preguntarme si ese tipo no era instructor del ejército.
-Y no quiero a tu novio en visitas románticas por aquí- dijo para terminar.
-Esta bien- le dije y me aparte de la ventana para ir a mi habitación- Pero esperó que apliques las mismas reglas para tí también. Además quiero agregar otras dos. Primero deja espacio para mis cosas y segundo no toques mis cosas. Ah y recuerda que yo pago la mitad de todo. No te estoy alquilando a tí, el espacio que ocupo en este departamento.
Me miró nada más y cruzando los brazos, apoyo la espalda contra el muro del balcón.
-Buenas noches- le dije al pasar por su costado y secamente me respondió igual.
Al cerrar la ventana y mover las pesadas cortinas, mirar esa habitación vacía me hizo sentir algo extraño, mas lo ignore para ponerme mi pijama y meterme en mi saco de dormir. Cerré los ojos quedándome tendida ahí varios minutos antes de escuchar a Bills dejar el balcón. Pude oír sus pasos en la habitación contigua y no estuve segura de porque ese sonido me causó tanta paz llevándome a un sueño muy tranquilo. Por la mañana desperté temprano y me fui directo al baño. Puedo despertar a las siete, pero mi cerebro lo hace a las diez así que durante ese lapso no es raro que ignore algunas cosas, como las cajas y los muebles o que no estaba viviendo sola. Por suerte todo lo que paso fue un encuentro en la puerta del baño. No me saludo siquiera, solo se metió ahi antes que yo.
-Oye- exclame- Date prisa por favor- le pedí golpeando la puerta.
-¡No molestes! ¡Me daré un baño!
-Lo mío es más urgente y tardaré menos- le dije, pero el sonido del agua de la ducha me dijo que ya no me escuchaba.
Fastidiada fui con la vecina para pedirle que me dejara usar el baño. Me lo había estado prestando ya que el mío no tenido agua caliente. Al volver fui a cambiarme y luego me me metí en la cocina. Tenía algo de yogurth y avena que puse en el único recipiente que tenía. Bills había puesto una mesa y tres sillas ahí, pero no iba a usar sus cosas. Me puse los audífonos y comí de pie, de cara a la ventana, cuando sentí un cosquilleo sobre mi hombro que me hizo mirar a mi costado. Dí un pequeño grito cuando lo vi detrás de mi asomándose a ver.
-¿Qué es eso que estas comiendo?- me preguntó ignorando el sobresalto que me causo.
-Avena- le dije después de tragar lo que por poco me causa asfixia.
-¿Ah si? y... ¿qué tal sabe?
-A pegamento- le contesté y me miró entre intrigado y molesto- No me gusta la avena. La como por razones de salud.
Miró el recipiente, luego abrió las alacenas y la nevera. Todo estaba vacío.
-Definitivamente tú no pasas mucho en casa- comentó y volvió a clavarme esa mirada de juez.
-¿Hay algo que quieras decirme?- le pregunté para escapar de ese juicio silencioso.
-¿No te preocupa saber con quién vivirás a partir de ahora?- me cuestionó descansando su cuerpo en la nevera con una actitud de truhan- Yo podría ser un individuo terrible. Quizá un psicópata o un delincuente. Incluso podría ser un asesino de chicas incautas como tú- me dijo con un tono que no dejaba saber si hablaba en broma o en serio.
Me dió una sonrisa ladina y se escarbó los dientes con la garra.
-Yo podría ser todo eso también- le dije y deje la avena sobre la mesa para caminar hacia él- O bien podría ser la clase de mujer que seduce a los hombres que se las dan de viejos zorros, haciéndoles creer que es ingenua y distraída. Una vez que bajan la guardia...-estire mi mano hacia él para sujetarlo de la camisa, pero entonces se aparto bruscamente.
-Claro...-murmuró con desdén.
-No sé quien seas Bills, pero tú tampoco sabes quien soy yo- le dije y se dio la vuelta para alejarse.
-Comprare víveres y no quiero que los toques- me dijo mientras cruzaba la sala.
-Descuida, no lo haré y ni sueñes que cocinare para tí- le advertí.
Me miró por encima de su hombro antes de salir y yo volví a mi avena. Una vez terminé con eso fui hasta la sala y pasee mis ojos por las cosas de ese individuo, que admito me daba curiosidad.
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Desatino
FanfictionEsas decisiones malas que te pueden llevar por buenos caminos o bien esas decisiones buenas que te llevan por malos caminos. Ya sabes, eso que sólo tú no vez como un desatino.