ENAMORADO DE LAN XICHEN

DULCES CASTIGOS

¡Buenas noches, estrellitas! La tierra les dice: ¡hola!  

¡Estoy de vuelta! Les recomiendo que lean la parte final del capítulo anterior antes de leer este... por el tiempo, claro.

Advertencia: Lemon explícito.

Aclaración: SiZhui no fue obligado a nada. Así que no me vengan a decir nada de eso. Lan XiChen sería incapaz de forzar a su brillo de estrella. Es parte del juego. Y lo aclaro acá, aunque me esforcé en dejarlo claro en el capítulo.

A leer.

Y... ¡lean mis comentarios finales, por favor! Nos vemos al final. 

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Cuando la puerta del HanShi se cerró justo detrás de ellos y en medio de la habitación escasamente iluminada por unas cuantas velas alcanzó a vislumbrar la sonrisa maliciosa de Lan XiChen, SiZhui se arrepintió de haber dudado sobre el dichoso castigo que el mayor mencionó desde su primera vez. Entendía que había hecho mal al aceptar casarse con JinLing sin hablar previamente con el hombre para aclarar los hechos pasados, pero... ¡tampoco podía culparlo! Todo apuntaba a que XiChen realmente seguía enamorado de Jin GuangYao y que solo sentía una especie de atracción o cariño por el menor.

Sin embargo, sin importar que el Primer Jade había perdonado a su pequeña pareja, lo cierto era que todo parecía indicar que aquel castigo seguía en pie. Aún recordaba sus palabras: Algunos castigos se disfrutan, brillo de estrella. Y vaya que deseaba experimentarlo. Su cuerpo entero temblaba imaginando todo cuánto el hombre podría hacerle... solo pensar en sus largos dedos hundiéndose en su interior o en aquel grueso falo ya le había puesto caliente. Sentía como si al interior del HanShi la temperatura estuviese unos grados por encima del exterior.

—ZeWu Jun... —alcanzó a murmurar desde la cama una vez que el jade le dejó allí, mas éste le ignoró. Guardó silencio y se quitó la cinta con el patrón de nubes buscando las manos contrarias y no dudó en atarlas con fuerza.

A-Yuan abrió los ojos con visible sorpresa.

—¿Pero qué...? Ah... A-Huan —suplicó por lo bajo—. Eso duele, por favor...

Pero entre más parecía suplicarle al hombre que parara, ZeWu Jun apretaba con mucha más fuerza aquella cinta provocando que una marca rojiza se formara en la piel ajena.

—Yo no miento, pequeña estrella... —murmuró en tono ronco el hombre mientras observaba que aquella cinta había quedado perfectamente atada. Se puso de pie y se alejó varios pasos poder tener una visión completa del chico.

Las luces de aquellas velas le sentaban bien a A-Yuan. Aquel chico se había convertido en su adicción desde la primera vez que probó sus labios. Y pensar que todo empezó con un simple beso, un beso que no dudó en responder. Aún recordaba lo difícil que fue para él mantener el control. Durante años se jactó de ser un líder de secta recto, correcto y completamente dueño de su autocontrol, contrario a WangJi que, incluso si no dejaba de ser un excelente pupilo de la secta Lan, se perdía en muchas ocasiones a causa del maestro Wei.

Entonces aquel chico decidió que era tiempo de cambiarle la vida. Lan Yuan decidió que era momento de terminar con toda pizca de autocontrol en el cuerpo del Primer Jade. El hijo de Wei Wuxian decidió que ya era hora de corromper a su líder de secta.