9-Castigo

208 34 25
                                    

Los meses iban pasando y con ellos se acercaban las vacaciones de navidad.

El día anterior a Joshua le llegó una carta a la hora del desayuno, lo que le dejó extrañado pues a él nunca le enviaban nada. Su sorpresa fue reemplazada rápidamente por una expresión de resignación al leer el contenido, era obvio que sus parientes no querrían al fenómeno de la familia en su casa para pasar las fiestas.

No es como si el pequeño mago tuviera muchas esperanzas de ir a casa esas navidades, tampoco quería ver a sus hermanos y primos que solo le molestaban; aún así, deseaba que sus padres se acordaran de que él también era su hijo sin importar su naturaleza o condición, que por lo menos fingieran interesarse por él. Al parecer, eso no pasaría.

No le comentó nada a sus amigos por el resto del día ya que no quería que sintieran lástima o que planearan quedarse con él en el castillo, y su evasión a compartir lo que decía su correspondencia de la mañana hubiera surtido efecto si Jeonghan no se percataba de que el chico en realidad se sentía triste y decaído, pues su cabello lo delataba, y Jeonghan era muy insistente cuando quería saber algo. 

—Será mejor que me expliques lo que está pasando.

Al finalizar la cena ambos subieron a su lugar secreto en el último piso, diciéndole a un extrañado Seungcheol que tenían algunos problemas que solucionar, y aunque este último quería acompañarles el sueño fue más fuerte y se fue a dormir. 

Así, terminaron sentados frente a una de las ventanas, con una sola vela iluminando el lugar. 

—¿Qué sucede, Jisoo?—Jeonghan era el único que le llamaba por su nombre coreano, que se le escapó una tarde mientras le ayudaba a limpiar la sala de trofeos por un castigo que tuvo el rubio.

—No es que no confíe en ustedes, es solo que no quiero preocuparles.

—Pues que ocultes tus sentimientos solo hace que me preocupe más. No tengas miedo de contarnos lo que te aflige, seré un niño de 11 años pero puedo entender estas cosas, si te sientes triste, habla conmigo, y si solo quieres jugar, juega conmigo también. 

Entonces le contó toda esa situación con su familia, lo mucho que siempre soportó su indiferencia, que no recordaba un solo momento en que hubiera recibido una muestra de afecto y que a pesar de todo, esperaba poder ir con ellos estas fiestas. Incluso si ellos no le querían, Joshua todavía los amaba. Después de todo solo era un niño en busca de amor.

En sus tiempos de vida muggle normal, no tenía a nadie con quien conversar  o pasar el tiempo, los demás niños siempre se alejaban y sus parientes lejanos solo tendían a mandarle un saludo. Jugaba solo en su habitación o en el ático, estudiaba solo en la biblioteca, comía con los demás pero era casi lo mismo que comer solo, se acordaban de él únicamente para traer la correspondencia diaria. 

Incluso llegó a pensar que era adoptado y por eso nadie le quería, pero nunca se atrevió a preguntar.

Se sentía triste porque sabía que era algo que probablemente nunca iba a cambiar, que ahora que sabían que era un mago lo querrían más lejos que antes y, seguía sin comprender por qué siempre fue rechazado por sus propios padres ¿Había hecho algo mal?

Y Jeonghan solo le escuchó, y cuando terminó de hablar, ambos se abrazaban mientras miraban por la ventana de su torre. Joshua siendo consolado por su amigo que en ese momento solo podía transmitir todo el amor que tenía hacia él, nunca se había sentido tan bien con alguien hasta que aquel pequeño rubio causa problemas llegó a su vida.

Esa noche las estrellas brillaron más que nunca, los centauros solían decir que eso sucedía cuando dos almas gemelas enlazaban sus corazones. 


Quidditch y Encantamientos•SEVENTEEN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora