28-Perdido

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Eran cerca de las doce de la noche cuando un joven gryffindor de cuarto año corría por los oscuros pasillos de Hogwarts, cansado y hambriento por haberse perdido el banquete de bienvenida, corría y corría intentando no quedarse sin aliento. 

Joshua pasó, como cada fin de curso, un horrible verano. 

Si pensaban que luego de que su madre se haya ''sincerado'' con él en aquella carta cuando cumplió once años todo sería distinto, pues son unos tontos. No eran más que palabras vacías, promesas que se llevó el viento apenas puso un pie en el umbral de la entrada de aquella casa que nunca pudo llamar hogar. 

Probablemente ella le dijo la verdad, tal vez si lo amaba y quería que todo fuera mejor, sus ojos tristes cada vez que él la miraba debían significar algo pero cada vez que cruzaban miradas esos ojos volvían a ser fríos y duros hacia él. No podía pensar en otra explicación para eso más que: mi padre es el culpable de todo lo malo en mi vida

Si su madre quería darle de comer un plato entero, no solo 1/4 de lo que los demás comían, él la reprendía; Si quería ir a arroparlo y leerle un cuento cuando era chiquito, él le llevaba estironeando del brazo; Si intentaba dejarle el almuerzo como a sus hermanos antes de ir a la escuela, terminaba en la basura. Aquel hombre nunca le demostró cariño, ni calidez, nada de aprecio, le inculcó eso a sus hermanos y por eso nadie en esa casa lo quería. 

Incluso llegó a pensar que realmente o solo era adoptado o era un bastardo que acogieron a la fuerza. 

En fin, nada de eso le importaba ahora que por fin volvió a su verdadero hogar, la escuela. 

El tercer año terminó sin problemas, nada inesperado o raro, pasó todas sus materias con excelentes calificaciones empatando con Jeonghan en el top de los mejores de la escuela, Hufflepuff se llevó la copa de las casas y Slytherin ganó la copa de quidditch, dejando a un Seungcheol destruido en el proceso, todo fue bien. 

Querrán saber la razón por la que está corriendo a tan altas horas de la noche por el castillo...Bueno.



—Jisoo, si no sacas a esa maldita ave de mi casa en este instante la próxima que la veas será en la parrilla, soporté meses a esa cosa para que ahora esté jodiendo. Tardas cinco minutos más y me largo sin ti. 

—Si, padre...

Esa malhumorada mañana de septiembre era el día en que volvían a Hogwarts para un nuevo curso, tanto él como sus amigos estaban emocionados (Cheol le escribió dos largas páginas sobre lo feliz que estaba de que su hermanito Hansol por fin entre al primer año, todos estaban ansiosos por saber en qué casa quedaría) por lo que Joshua se había levantado muy temprano a alistarse así que ya tenía todo a las 8 de la mañana hasta que su lechuza empezó a hacer escándalo porque quería salir, pero no pasaron ni diez minutos hasta que su padre empezó a amenazar a ambos. 

Para las 8:30 ya se encontraba en la estación de Kings Cross, viendo como el BMW de su progenitor se alejaba apenas sacó su baúl del auto, el hombre arrancó sin siquiera despedirse. 

Cuando estas acostumbrado a que tus propios padres no te quieran, las cosas que hagan o digan ya no te afectan, como a Joshua. 

Atravesó la barrera sin inconvenientes, en la plataforma no se encontraba nadie más que él y el maquinista que recién llegaba. Como no quería quedarse sentado tanto tiempo sin hacer nada, decidió aprovechar su tiempo e ir al Londres muggle a buscar alguna cafeteria; dejó sus maletas y la jaula de su lechuza en el tren y salió con nada más que su bolsa y una sonrisa, volviendo a cruzar la barrera. 

Quidditch y Encantamientos•SEVENTEEN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora