【 CAPÍTULO UNO 】
CÓMO ESCAPAR DE LOS PROBLEMAS▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
PARA LA MAYORÍA de alumnos en Hogwarts, Amelia Sinclair era todo lo que estaba mal. Juntarse con la joven rubia sólo podía significar que buscabas problemas. No importaba si fueras alguien tímido que sólo le devolvió la pluma que se le había caído, tampoco si únicamente te tropezaste con ella en el pasillo. Mantener una conversación con Amelia podía meter a cualquiera en el más grande de los conflictos, sea bueno o malo.
Y aquella vez no fue una excepción. Cuando un grupo de amigos de Slytherin bastante arrogantes y creídos se burlaron de lo mal que había jugado Gryffindor en el último partido de Quidditch, Amelia perdió los nervios. Ella sabía que no serviría de nada lanzarles una maldición en medio del pasillo, donde la profesora McGonagall podría verla y castigarla. Por lo que sabiamente (aunque no mucho, en realidad) decidió cobrar venganza más tarde y de la peor manera posible.
Fue así como acabó en el campo de Quidditch sujetando su varita con fuerza y con una expresión de completo asombro cubriendo sus facciones. Ella no quería que eso sucediera, pero se había olvidado de que los hechizos improvisados no se le daban nada bien. Pero por supuesto que ella no quería que las gradas de Slytherin ardieran en llamas.
Su plan desde el principio era convertir las gradas verdes en unas de color rojo, como la casa de los leones. De esta manera, sus oponentes estarían enfadados durante semanas y ella disfrutaría mucho de aquello. Pero quizás el enfado le nubló demasiado la mente como para poder hacer bien el hechizo.
Hizo una mueca con el rostro, todavía parada observando cómo las gradas eran consumidas por el fuego. No reaccionó, tan sólo se quedó mirando el incendio frente a sus ojos mientras pensaba en lo furiosos que se pondrían sus padres si supieran que se había metido en problemas otra vez.
—¡Aguamenti! —exclamó una voz a sus espaldas.
Amelia giró su cabeza rápidamente hacia su procedencia. Al instante, sus ojos se encontraron con la confusa mirada de James Potter, que sostenía su varita en alto mientras un chorro de agua salía de ésta para apagar las llamas. Fue ahí cuando ella reaccionó finalmente, copiando las acciones del chico de gafas a su lado y haciendo desaparer el fuego.
No había logrado teñir las gradas de Slytherin de rojo, pero al menos los miembros de la casa de las serpientes no estarían contentos lo que quedaba de curso.
—Esto supera mis expectativas —comentó James una vez que todo terminó y ambos guardaron sus varitas.
La expresión de asombro en el rostro de Amelia todavía no desaparecía. Pocas veces había hablado con James Potter. A pesar de que los dos iban a séptimo año y a la misma casa, normalmente sólo hablaban de Quidditch en los entrenamientos, pero fuera del campo nunca había mantenido una conversación con él ni con ninguno de sus tres amigos inseparables. Era por eso que le sorprendía un poco que de la nada la hubiera salvado de acabar tan quemada como su víctima.
Sin embargo, a pesar de la falta de comunicación, Amelia sabía perfectamente quién era Potter: un chico revoltoso en busca de diversión constante que se dedicaba a ir tras su mejor amiga. La verdad era que en lo general, los dos se parecían. Pero eso era algo que ella nunca admitiría.
—Yo... no quería hacer eso —se excusó ella, señalando la torre chamuscada.
El chico mostró una sonrisa con la cabeza en alto mientras se pasaba una mano por su pelo desordenado, consiguiendo tenerlo aún más despeinado.
—No te juzgo, no es como si yo nunca hubiera querido hacer eso a los egocéntricos Slytherins.
—Ya, porque tú no eres para nada egocéntrico, ¿verdad? —inquirio Amelia con una ceja alzada y sus brazos cruzados sobre su pecho. Él simplemente rió, encogiéndose de hombros. Iba a replicar algo más, pero entonces se acordó del desastre que había montado y volvió a centrarse en lo importante—. ¡Por Merlín! ¡Mis padres se enfarán cuando se enteren! Nadie puede saber que fui yo.
Dirigió su mirada hacia James una vez más, esta vez con preocupación. Le suplicó silenciosamente que mantuviera su boca cerrada por una vez en su vida y que no la metiera en más problemas.
Pero el chico de cabello color azabache parecía estar pensando todo lo contrario.
—Vaya, pues es una pena que mi deber como Premio Anual sea informar a la profesora McGonagall —comentó él, intentando ocultar la sonrisa que amenazaba por formar sus labios.
Amelia abrió la boca con temor. No podía permitir por ningún medio que sus padres se enteraran. Ellos ya estaban hartos de todos los líos en los que se había metido. Desde la última vez que recibieron una carta de la subdirectora informándoles de que Amelia había hechizado a Rabastan Lestrange por insultar a una de sus mejores amigas unas semanas atrás, los padres de Amelia le habían advertido que a la próxima la mandarían el resto del curso a la escuela francesa de Beauxbatons. Pero ella tenía bien claro que no iba a pasar lo que quedaba de su séptimo año en ese horrible lugar repleto de chicas francesas educadas y estiradas.
Ella no era así.
—Potter, por favor. No me hagas esto —pidió ella, casi suplicando.
James miró hacia el cielo azul encima de ellos y se sujetó la barbilla con una mano, como si estuviera pensando. Amelia lo miraba con una expresión confusa.
—Podría no decir nada, pero con una condición —dijo finalmente.
A la chica rubia le entraron ganas de lanzarle un maleficio allí mismo. Pero pudo contenerse y esperó pacientemente a que le comunicara esa condición.
—Sorpréndeme.
—La condición es que me ayudes a salir con Evans.
No pudo evitar rodar los ojos, al igual que no pudo reprimir la risa que había salido de sus labios en cuanto dijo eso. Lily era una de las mejores amigas de Amelia y llevaba años ignorando a James Potter de todas las maneras posibles. El hecho de que aún así él creyera que tenía oportunidad con ella, era cómico.
—Ya de paso te ayudo a hacer que los cerdos vuelen —dijo sarcásticamente. Vio que él no lo entendía, por lo que negó con la cabeza antes de volver al tema anterior—. Siento decírtelo así, Potter, pero ni siquiera le agradas a Lily. Deberías superarlo.
—Para empezar, ya sé cómo hacer que los cerdos vuelen —replicó James con molestia. Con su dedo índice empujó sus gafas hacia el puente de su nariz mientras daba media vuelta y comenzaba a caminar hacia el castillo—. Y veo que no te interesa mi oferta. Tendré que decirle a McGonagall que...
—¡No, para! —exclamó Amelia, corriendo hacia él y agarrando la manga de su túnica para detenerlo.
James la miró a la espera de una respuesta con impaciencia. Ella se mordió el labio, todavía pensando en qué responder. Lily era su mejor amiga, aliarse con el chico que prácticamente odiaba era como traicionarla. Pero era eso o no volver a verla en su vida por culpa de la exigencia de sus padres.
Así que cuando Amelia finalmente decidió qué decisión tomar, supo con certeza que su amiga estaría eternamente enfadada con ella si se enteraba. Pero para problemas complejos, hay que tomar medidas drásticas.
—Está bien —cedió Amelia a regañadientes—. Acepto tu oferta.
La enorme sonrisa que mostró James a continuación fue suficiente motivo para que se arrepintiera al instante. Pero ya no había vuelta atrás.
Se había aliado con su perdición.
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HOLAAA 🤩
esto es como una especie de prólogo, por eso es algo cortito. espero que os haya gustado y que continúeis este pequeño fic uwu. adoro a James y me emociona la idea de escribir sobre él al fin :)
- Aida
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𝐓𝐑𝐎𝐔𝐁𝐋𝐄 ─ james potter
Fanfiction• . ˚ * ━━ 𝐓𝐑𝐎𝐔𝐁𝐋𝐄 ❝Irresponsables y arrogantes. ¡Están hechos el uno para el otro!❞ Cuando el chico más problemático de todo Hogwarts encuentra a Amelia Sinclair en una situación complicada, ella no tiene más remedio que ceder a su chantaje...