• . ˚ * ━━ 𝐓𝐑𝐎𝐔𝐁𝐋𝐄
❝Irresponsables y arrogantes. ¡Están hechos el uno para el otro!❞
Cuando el chico más problemático de todo Hogwarts encuentra a Amelia Sinclair en una situación complicada, ella no tiene más remedio que ceder a su chantaje...
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【 CAPÍTULO CINCO 】 TERRIBLEMENTE RECHAZADO
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ESOS PEQUEÑOS MOMENTOS en silencio, llenos de tranquilidad y armonía, le llenaban de paz. Para Amelia, escuchar música de rock famosa en la época era una parte importante del día que casi nunca podía faltar. La mayoría de las tardes, ella cogía los auriculares viejos que le habían comprado sus padres por su décimo cumpleaños, se echaba en el sillón de la Sala Común y disfrutaba escuchando todas sus canciones preferidas una y otra vez, con los ojos cerrados y una sonrisa en su rostro.
Marlene y Lily se encontraban jugando al ajedrez mágico en una mesa unos metros más alejada de Amelia. Ellas respetaban su hora de escuchar música, porque sabían lo mucho que significaba para ella una canción de Elvis Presley a todo volumen. Pero para su desgracia, no todo el mundo comprendía la importancia de esto.
James Potter asomó su cabeza por el respaldo del sofá rojo en el que la muchacha rubia se encontraba echada cómodamente. Ella no se percató de su presencia por tener los ojos cerrados y estar demasiado ocupada en el sonido que captaban sus oídos. El chico sonrió ante la alegría que emanaba de ella mientras murmuraba la letra de la canción. Sacó su varita del bolsillo de su túnica y apuntó a Amelia con ella, susurrando «accio cascos» para atraer el objeto a sus manos.
En cuanto eso sucedió, ella se incorporó de golpe con una mirada llena de molestia. Al buscar al culpable de tal fechoría y encontrarse con el rostro de James mirando asombrado aquel aparato muggle, comenzó a gruñir por lo bajo.
—¿Pero quién es este tío? ¡Canta genial! —exclamó él emocionado, pero en vez de responder o prestar el mínimo interés al intento de conversación, Amelia le arrebató los cascos.
—¿No tienes otra cosa mejor que hacer hoy, Potter? —preguntó ella molesta mientras paraba la música en su cassette.
De un gran salto, él se sentó junto a ella en el sofá y miró al techo como si estuviera pensando. Luego, miró a Amelia de nuevo de forma divertida.
—La verdad es que no —respondió con una sonrisa socarrona que de repente desapareció de su rostro al mismo tiempo que se ponía a pensar de nuevo—. Vine por algo, pero ya no me acuerdo de qué era.
Amelia soltó una risa y echó la cabeza hacia atrás, presa de la gracia. Cuando James vio que se reía, no tardó en seguirle las carcajadas.
Ellos no se dieron cuenta, pero a unos metros de distancia, Frank Longbottom se acercó con confusión a dos chicas que jugaban al ajedrez mágico unos metros más alejadas.
—Oye, ¿sabéis si James y Amelia están saliendo? —preguntó el chico, ocasionando que Lily y Marlene miraran a los dos nombrados automáticamente, los cuales continuaban riéndose—. Es que me parece extraño que de repente sean tan cercanos.
