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【 CAPÍTULO SIETE 】CERVEZAS DE MANTEQUILLA

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CAPÍTULO SIETE
CERVEZAS DE MANTEQUILLA

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                LOS DÍAS HABÍAN pasado de una manera asombrosamente rápida para Amelia. Hacía tan sólo unas semanas, sus torpes manos hicieron que un hechizo le saliera terriblemente mal, provocando un pequeño incendio en el campo de Quidditch. Todavía recordaba el momento en el que prácticamente vio su vida pasar ante sus ojos, pensando que sus padres la enviarían a Beauxbatons nada más enterarse del incidente.

Pero ese era un secreto que tanto ella como sus amigos debían llevarse a la tumba.

No tardó en llegar el sábado, día soleado y despejado en el que había una salida a Hogsmeade. Amelia era perfectamente consciente de qué significaba la llegada de ese día y no tenía intención alguna de fracasar en su maravilloso plan para acabar siendo la dama de honor de la futura boda de James Potter y Lily Evans. Aunque recientemente se estuvo sintiendo un tanto incómoda con el tema e intentaba evitarlo todo lo posible. Y cabe decir que las expectativas del chico habían bajado demasiado en los últimos días, ya que la pelirroja de sus sueños no se comunicaba mucho con él y eran Amelia y Sirius los que tenían que animarlo gastando bromas a otros alumnos.

Fue una suerte que nadie se diera cuenta de quiénes habían sido los causantes del agrandamiendo de la cabeza de Gilderoy Lockhart, un Ravenclaw de tercer año que hablaba demasiado y siempre presumía de sus altas calificaciones. Amelia no pudo evitar hechizarlo cuando lo escuchó decir que él podría hacer los TIMOs con los ojos cerrados a pesar de tan sólo tener trece años. Lo bueno de aquello, fue que James se rió y estuvo contando esa anécdota a los otros Medoreadores durante toda la mañana.

Esta vez (no como en la mayoría de salidas al pueblo vecino del castillo), Amelia no tenía que soportar un aburrido castigo por haberse metido en problemas de nuevo. Incluso le sorprendió que McGonagall le deseara un buen día al verla en el desayuno. Hoy era su día de suerte. Y también tenía que ser el de James.

La chica rubia había bajado a desayunar al Gran Comedor más pronto de lo normal. Se había peinado el cabello como casi siempre hacía, con dos mechones sujetos en la parte trasera de su cabeza, y llevaba puesta una camiseta de manga corta con unos pantalones también cortos que le permitían disfrutar del calor que el agradable mes de mayo le ofrecía. En el bolsillo de sus vaqueros se encontraba el pergamino doblado que llevaba a todas partes en caso de que necesitara consultar el siguiente paso de su plan.

Mientras comía sus cereales con leche, Amelia se dio cuenta de que quizás pasaba demasiado tiempo preocupándose por hacer que Lily y James salieran juntos. Sumida en sus pensamientos, frunció el ceño mientras dejaba de comer, algo asustada por su descubrimiento. Algo que desconocía de sí misma, era que podía llegar a ser demasiado obsesiva con algo en cuanto estaba a su alcance, y temía que aquella vez hubiera pasado eso mismo.

𝐓𝐑𝐎𝐔𝐁𝐋𝐄 ─ james potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora