Balada Para Un Ciego

Capítulo ll

-Cómo te llamas?-.

Sus ojos miraban para todas direcciones, excepto a los ojos de la especialista.

La psicóloga que le atendería de ahora en adelante fue contratada por sus padres, su nombre era Verónica y tenía el cabello negro y hasta los hombros, su cuerpo era delgado y usaba unas gafas negras que le daban un aire de superioridad.

Su oficina era blanca. Ella no se explicaba por qué los hospitales y aquellas oficinas eran completamente incoloras. No tenia sentido.

Verónica la observaba como hasta ese momento todos habían hecho, esperaba una respuesta que jamás llegaría. Y es que verónica no sabia el nombre de la joven, quería lograr que ella misma se lo dijera por eso no le pidió referencias a sus padres, tan sólo lo importante.

-Bien... Como no piensas decirme, continuaremos con la sesión-.

Sus cabellos castaños le caían tapandole parte del rostro, sus ojos estaban desencajados y con ojeras alrededor de ellos.

-Dime... Cómo puedes fingir que todo esta bien cuando tienes las muñecas cortadas?-.

La mirada de verónica parecía triunfante, creía conocer todo de sus pacientes, eso a ella le enojaba. Los doctores, los psicólogos, psiquiatras, etc. Creen que por estudiar ya se saben de todas, pero no tienen ni la menor idea, ella pensaba que no se puede conocer algo sin haberlo vivido. Ellos no pueden saber lo que es querer morir si jamas lo han sentido.

-Te repito la pregunta...Cómo puedes fingir que todo esta bien cuando tienes las muñecas cortadas?-.

-De la misma forma en la que usted finge que le importa lo que me pasa -.

Veronica abrió los ojos expectante. En toda su carrera nadie la había hablado de esa manera. Su rostro se volvió pasivo de nuevo y sus ojos se centraron más en la persona que tenia delante de ella.

Antes de que volviera a decir una pregunta más, la joven se pusó de pie y salió por la puerta, dejando atrás a la especialista con todas las dudas en su mente.