Capitulo once.

115 5 1
                                    

-Nada mal – digo conteniendo mi entusiasmo, y no saltar encima de Luke.

-¿Enserio? Creí que… ya sabes te gustaría ir a un lugar más… sofisticado.

Frunzo el ceño, me volteo para poder verlo, se ve un poco nervioso o ¿es solo mi imaginación?

-Oye no sé cómo consigues salir con chicas.

Nos encontrábamos en un parque de diversiones, en la entrada había un enorme arcoíris, a mi lado derecho estaba una gran fuente que tenía luces de colores, y había muchos restaurantes y juegos temáticos.

-Que no es obvio. Dice señalándose a sí mismo.

Ruedo los ojos.

-¿Qué aremos primero? Digo ansiosa. Parezco un niño ansioso por jugar con sus juguetes.

-Pensaba en ir a comer algo, porque no creo que hayas comido algo. ¿O sí?

-Bien, vamos a comer.

Caminamos hacia el área de restaurantes. Lo miro de reojo, puedo ver que sonríe pero no es de esas típicas sonrisas que usa con las demás personas, esa que dice todo-el-mundo-me-ama. Esta es diferente.

Llegamos a un pequeño restaurante llamado Rafaello’s  al parecer tiene nombre italiano. Cuando entramos el lugar está iluminado, las mesas tienes un mantel a cuadros rojo y blanco, y tiene unos cuadro sobre algunos lugares de Italia (los cual desconozco).

El recepcionista nos lleva a una mesa que está en una de las esquinas en donde no hay tanta gente. Lo sigo restándole importancia.

Ya sentados nos da los menús para luego irse.

-Lindo lugar. Digo observando cada detalle del lugar.

-Es de mi tío.

Volteo a verlo y veo que me está viendo. Su mirada es muy penetrante, no sé porque pero algo es su mirada hace que me ponga nerviosa. Me aclaro la garganta.

-¿Tu tío se llama Rafaello?

-No – se ríe por mi comentario –. era de mi abuelo, cuando murió se la heredó a mi tío.

-¿Por qué no a tu padre?

Veo como tensa un poco sus hombros pero luego se relaja como si nada. Su mirada se dirige al menú y cuando me responde lo hace indiferente.

-Mi padre es más de negocios.

Antes de que vuelva hablar se acerca el mesero.

-¿Qué van a pedir?

-Dos platos de lasaña con doble queso.

No lo contradigo, me quedo mirando al frente sin ver nada en específico.

En cuanto el mesero se va se puede sentir un aire incómodo. Puedo sentir como me escruta con su mirada haciendo que esto se vuelva más incómodo.

Tal vez esto no fue buena idea. Dice mi subconsciente.

-Te traje aquí porque sé que te gustan las pastas.

Frunzo el ceño.

-Me lo dijiste cuando estábamos en detención ¿recuerdas?

Pienso en ese momento, jamás creí que enserio me estuviera escuchando o que le importara. O tal vez le estoy dando mucha importancia a un pequeño detalle que cualquiera puede saber.

Asiento indiferente.

Después de unos minutos de incómodo silencio por parte de ambos, el mesero llega con nuestra comida.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora