Sin ti.

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Me hiciste creer que merecía esto, que merecía todo esté dolor, la culpa y el ardor, este sentimiento de perder a alguien que quería de verdad. Toqué el infierno, puse las manos al fuego y me quemé, mi cuerpo quedó hecho cenizas, mi espalda por ti resistió las puñaladas y aún así cada daga las quite de mí contando una por una, quince mil en total. Ya no sé en quién confiar, aumentas mi inseguridad cuando de la nada apareces y te vuelves a ir.

No puedo creer que me cueste tanto dejarte atrás, no paro de extrañarte y por momentos parecía que gozabas de verme caer, de recordarme lo malo, adorabas el poder que tenias en mí, nunca me permitiste ser feliz, tenias miedo que te fuese a superar y por eso jamás me permitiste avanzar pero, me ahogas con tus promesas llenas de mentiras, me haces creer que me queres y que cambiarías, que de este camino saldremos juntas pero, te quedaste atrás y te reíste de mi, espero algún día poder perdonar toda esta angustia y solo así por fin sanar.

Ahora ya no sé con qué cara mirar a quienes me advirtieron sobre ti y tus maldades, de tus jugadas y tus intenciones, no sé cómo pedirles perdón ante la verdad. Defendiendo a muerte tu nombre terminé envenenada, tantas veces tú apretaste el gatillo y no me dabas tiempo a correr, a intentar salvar mi vida. Nunca entendí porqué si yo todo te di, todo te lo perdoné, todo lo olvidé... te fuí tan fiel que me descuide a mí.

¿Qué te ha sucedido? Tú no eras así. Yo tampoco fuí perfecta y eso es de admitir, cometí mis errores y de rodillas caí, me dejabas cada segundo con la pregunta más amarga, tus mentiras hasta tú te las creías, tanta soberbia aquí entre cuatro paredes, ibas a envenenar mi ser con tu manipulación que llevas de profesión.

Consecuencias que marcaron mi piel, un antes y un después, un ayer que nada lo cambió. No soy la víctima, tengo la culpa de en tus ojos haberme hipnotizado de manera conciente y seguir queriendo quedarme, el cuento se repite una vez más, nunca voy a aprender. Apuñalas mi ser, ciegas mis ojos, domina mi corazón, hazme culpable pero, sin tí mi ser ¡qué mal que está!.

Traes contigo mi perdición y ahora estoy cayendo de rodillas, condenada al pasillo de la muerte y tan tarde entendí, tan tarde abrí los ojos. Ciega o empoderada ya era tarde, aquí por ti estoy, dando el último suspiró sin piedad, tus chantajes golpearon mi humanidad y en mi nada digno quedo, daba lastima y yo no quería verme ni mi cuerpo reconocer, el veneno letal corrían por mis venas y lo único que me estaba llevando a la muerte era tu sonrisa y los hoyuelos a cada lado de tus mejillas. Te odiaba pero te amaba más y sin ti era un caso perdido.

- Cabañas Milagros.

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