Primer Día de Prueba

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07:30AM.

Dazai recién se levantaba de dormir, después de tener una mala noche con fiebre y dolor de cabeza. Aún con su pijama, salió de la habitación que compartía con Chuuya luego de notar que éste ya no sé encontraba en la cama de al lado, pues eran camas distintas donde dormían.
Fue hacia la planta de abajo, dirigiéndose a la cocina para beber un poco de agua. Estaba sediento.

¡Buenos días, Chuuya!

Saludó. Miró que el pelirrojo estaba muy entretenido en la cocina, así que volteó de nuevo a ver qué es lo que estaba haciendo.

¿Chuuya?

Se sorprendió al ver que su pareja, tenía el desayuno casi listo para servir.

Ah, Dazai. Despertaste. ¿Te sientes mejor?

Saludó y preguntó con un poco de temor, pues no estaba seguro de que las palabras de Dazai el día anterior, hayan sido verdaderas, o simplemente se trataba de otra de sus mentiras esperanzadoras, de las que Fumiya y él ya estaban acostumbrados.

Sí, me siento mejor. Gracias.

Bebió el agua y acomodó el vaso en su lugar. Aún era incómodo para ambos tener ese comportamiento tolerante y respetuoso hacia el otro, pues jamás, antes de la llegada de Fumiya al mundo, nunca se imaginaron como pareja, y aún decían no ser gays, aunque hayan revelado sentir amor.

Chuuya se ponía nervioso con la presencia del de vendas en la cocina. Ponía el desayuno en los platos y su mano comenzaba a temblar.

Me llevaré los platos, Chuuya-. Tomó los platos cuidadosamente.
— Buen trabajo.

Eso último hizo sonrojar al pelirrojo, quien continuó sus labores mientras Dazai se dirigía al comedor para acomodar los platos en su lugar.

¡Papá!

Saludó Fumiya energético. Observaba su desayuno con satisfacción, y estaba emocionado por su nueva vida.

¡Buenos días, Fumiya-kun!

Regresó el saludo. Tomó asiento. Pronto, Chuuya fue a sentarse con ellos, no sin antes traerles un licuado de fresas con leche para acompañar. Kōyō le había enseñado a preparar todo lo que sabe, esto cuando Fumiya cumplió dos años de edad y debía cambiar su alimentación.

Tomen. Espero que les guste el licuado. Kōyō-neesan me enseñó a hacerlo.

Rápidamente, Fumiya y Dazai probaron el licuado de fresas tan mencionado, haciendo un gesto de satisfacción. Un poco de la espuma quedó en los labios del niño, que pronto lamió ese sabor a fresa del delicioso licuado de Chuuya.

— Me gusta.

Comentó el castaño con seriedad. Parecía con una actitud fría, de nuevo, pero no era por voluntad propia, Dazai estaba enfermo y sus síntomas nocturnos comenzaban a manifestarse por segunda vez.
Tenía dolor de cabeza que se volvía más intenso, y su fiebre regresaba.

— ¡Mami, el licuado está muy bueno!

Opinó el niño, bebiendo más de su licuado.

— Me alegra escuchar eso. Fumiya, no olvides el desayuno.

Dijo Chuuya. Notaba que Dazai había dejado de comer y sólo tenía la cabeza agachada, y la piel algo rojiza.

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