Capítulo 5

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 Jimin sabía que no debería estar besándole. De hecho, era exactamente lo que se había prometido no hacer. Pero lo envolvían su fragancia y aquellos brazos que lo estrechaban con tanta fuerza. Sentía su pecho ancho y musculoso bajo la tela blanca de la camisa.
   
El beso fue profundo y demandante en un primer momento. El calor de su aliento ardía en su boca y su lengua invadía la suya. Pero, unos segundos después, el beso se hizo más delicado, más suave. Jungkook lo tentaba utilizando su ternura, tomándose las cosas con más calma. Le acarició la espalda con aquellas manos enormes, haciéndolo estremecerse de placer. Y sus labios... Desde luego, aquel hombre sabía besar. Jungkook podría haber continuado allí eternamente, sentado bajo la luz de la luna con el mar a sus pies y protegido por los brazos de Jungkook.
   
Pero los paparazzi estaban por todas partes y podían fotografiarlo besándose con un desconocido.
   
Con un ligero gemido, posó las manos en el pecho de Jungkook y le empujó suavemente. Él no intentó detenerlo. Casi sin respiración y todavía anhelante, Jimin se recostó en el banco y fijó la mirada en el mar.
   
Jungkook no dijo nada y Jimin lo agradeció.
   
—A veces me decepciono a mí mismo —susurró el pelirubio.
   
—A lo mejor te estás esforzando demasiado en portarte bien.
   
Jimin le dirigió una mirada burlona.
   
—Yo diría que no me estoy esforzando demasiado.
   
Jungkook le tomó la mano, y antes de que él pudiera apartarla, se la llevó a los labios.

—Eres un hombre maravilloso, ¿por qué estropearlo con buenos propósitos?
   
Sus palabras eran toda una tentación. Lo único que a Jimin le apetecía era que lo besara y lo acariciara hasta hacerlo olvidar todas las promesas que se había hecho a sí mismo, pero se controló y dijo:
   
—Me gustaría que me soltaras la mano, por favor —en cuanto Jungkook lo soltó, se levantó y se alisó el traje—. Buenas noches. Y, por favor, no me sigas.
   
Jungkook no se movió. Continuó sentado frente al mar con la mirada fija en la luna.
   
Jimin llamó a su chófer. Veinte minutos después de que se hubiera separado de Jungkook, el chófer le estaba abriendo la puerta de la limusina.
   
Una vez en casa, se dio un largo baño con intención de relajarse. Pero no se relajó. Permanecía en medio de las burbujas intentando no sentirse como un
completo estúpido.
   
Jungkook se había comportado como un auténtico caballero, había intentado reprimirse y, sin embargo, él le había forzado a besarlo.
   
Era un caso perdido. Necesitaba que alguien lo vigilara, que lo siguiera por todas partes para asegurarse de que se comportaba correctamente. Tenía veinticinco años y no era capaz de dejar de actuar como un niño impulsivo y ansioso.
   
El baño iba enfriándose y él estaba cada vez más tenso y enfadado consigo mismo.
   
Al final, salió, se secó y se puso una bata. Eran ya las dos de la madrugada. Hora de acostarse.
  
 Pero no pudo dormir.

Continuaba pensando en Jungkook. Recordó que le había dicho que no tendría ningún inconveniente en que le investigara por Internet, así que apartó las sábanas, agarró el ordenador portátil y estuvo investigando durante un rato.
   
Comprobó que todo lo que Jungkook le había contado era cierto y descubrió, además, que a los veintitrés años había aparecido en la lista Forbes de los treinta empresarios más importantes menores de treinta años. Dos años atrás, había sido elegido por la revista People como uno de los diez solteros más codiciados de los Estados Unidos, y su rancho de Santa Bárbara había sido merecedor de un reportaje en House & Garden.
   
Había varias fotografías suyas, en algunas de ellas aparecía con Lucy, una mujer de sonrisa dulce y amable. Pero en la mayoría de ellas salía con alguna mujer despampanante al lado o algún chico bastante guapo. Muchas mujeres y hombres diferentes.
   
Aquella interminable serie de bellezas le recordó los motivos por los que no podía involucrarse en una relación con él. Lo último que necesitaba era enamorarse de un rico mujeriego que lo dejara por una modelo o un actor a la primera oportunidad.
   
Eran más de las cuatro de la madrugada cuando por fin se durmió. Se despertó cerca de las doce, desayunó rápidamente, se puso la ropa de montar y se dirigió a los establos.
  
Jungkook no estaba allí. Mejor.

How Marrying With A Prince?[ADAPTACIÓN KOOKMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora