Capitulo 11

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Aquella noche, cuando Jungkook llamó, Jimin le dijo que iría a verle.
   
—Ven mañana mismo. Te enviaré un avión. Yo me ocuparé de todo.
   
—Gracias, pero no. Prefiero organizarme yo. Necesito más tiempo.
   
—¿Cuánto tiempo?
   
—Un par de días.
   
—En ese caso, vendrás el jueves.
   
—El viernes, en realidad.
   
—Eso son tres días. Y tú has dicho dos.
   
—Me gusta que tengas tantas ganas de verme.
   
—Ven el jueves.
   
Negándose a permitir que continuara presionándolo cuando él ya había dejado muy claro que iría el viernes, Jimin se sumió en un elocuente silencio.

—¿Jimin? ¿Todavía estás ahí?
   
—Sí, estoy aquí —contestó con dulzura.
   
—He sido muy paciente.
   
Jimin no pudo reprimir una risa.
   
—Claro que sí —insistió Jungkook—, he esperado a que estuvieras preparado para venir a verme. Y ahora no se te ocurra cambiar de opinión sobre mí.
   
—No estoy cambiando de opinión.
   
—¿Y cuánto tiempo te quedarás?
   
—Una semana.
   
—No es suficiente —gruñó—Deberías quedarte por lo menos un mes. O más. Deberías quedarte para siempre.
   
—¿Por qué no dejamos abierto lo de la vuelta? Pero a mediados del mes que viene tengo que estar en Montedoro para la Feria de Otoño.
   
—¿Una feria? ¿Y este año no podrías saltártela? —se quejó él.

—Nunca he faltado a la Feria de Otoño. Desfilo con el traje tradicional de Montedoro y montando uno de mis caballos.
   
—Suena emocionante —su tono insinuaba todo lo contrario.
   
—Tengo que estar en la Feria. Ya he aceptado participar.
   
—Muy bien... Por cierto, el viernes tengo una reunión en San Francisco — admitió—, y es imposible cambiar la fecha.
   
—No te preocupes. Llegaré más tarde, cuando estés ya en tu casa.
   
—Pero si vinieras el jueves, podrías volar conmigo. Podríamos...
   
—Jeonguk, dime cuándo volverás.
   
—No importa —respondió desilusionado—. Ven el viernes. Lucy y Hannah estarán allí para recibirte. Y yo estaré en casa el sábado.
   
—Maravilloso. Te veré entonces.
   

Jimin se llevó a Altus y a Michelle con él. A Altus porque su madre insistía en que llevaran siempre algún guardaespaldas cuando salían de Montedoro y a su ama de llaves porque era una excelente compañera que, además, era capaz de meter un guardarropa para semanas en muy pocas maletas.
   

Gracias a la diferencia horaria, salieron de Niza el viernes por la mañana y llegaron al aeropuerto de Santa Bárbara por la tarde de ese mismo día.
   
El trayecto hasta El Camino Real les llevó menos de media hora.
   
Las puertas de hierro forjado del rancho se abrieron y se adentraron en un camino de sinuosas curvas que ascendía entre viñas, olivos y naranjos hasta una casa de estuco blanco situada sobre una loma iluminada por el sol.
   
La casa, más bonita incluso de lo que le había parecido a Jimin en las fotografías, era una villa de estilo italiano con balcones de hierro forjado. Cuatro enormes arcos situados a la izquierda de la entrada enmarcaban un jardín construido alrededor de un puente japonés rodeado de flores tropicales y palmeras.
   
Las puertas de caoba se abrieron en cuanto Altus detuvo el coche y salió una joven vestida con unos vaqueros estrechos, tacones y una camiseta rosa. La seguía una mujer de negra melena, que llevaba recogida en la nunca.
   
La joven tenía que ser Lucy, y parecía tan entusiasmada por su llegada que Jimin abrió inmediatamente la puerta y la saludó:
   
—¡Hola!
   
—¡Jimin! —inmediatamente se sonrojó—. Eh, quiero decir, ¿Su Alteza?
   
—Llámame Jimin, por favor —abrió la puerta y salió—. Y tú debes de ser Lucy...
   
—Me alegro mucho de que estés aquí —corrió hacia él y lo abrazó. Jimin le devolvió el abrazo riéndose. Lucy le tomó después la mano—. Y esta es Hannah. En otra época fue mi madre de acogida y ahora vive con nosotros. Nos cuida a Jeonguk y a mí.
   
—Bienvenida, Su Alteza —la saludó Hannah.
   
—Gracias, Hannah. Jeonguk me ha hablado mucho de ti, de lo mucho que agradece todo lo que hiciste por él y por Lucy. Y llámame Jimin, por favor.
   
Una hora después, Jimin estaba instalado en una enorme suite con vistas a los campos de equitación. Desde allí podía ver El Camino Real y el azul infinito del Pacífico. Michelle y Altus tenían sendas habitaciones más pequeñas en el tercer piso.
   
Hannah les había llevado queso, fruta y té frío para merendar. Jimin y Lucy estaban sentados en la terraza, disfrutando de las vistas y del sol de la tarde.
   
—Me alegro mucho de que hayas venido. Jeonguk me lo ha contado todo sobre ti y, por supuesto, había oído hablar antes de ti. ¿Quién no ha oído hablar de tu familia? ¡Qué historia tan romántica! Tu madre, el último miembro de tu dinastía, viaja a Hollywood y se enamora de un actor. Me encanta ver los reportajes de su boda —Lucy suspiró y se llevó la mano al pecho—. Fue como un cuento de hadas. Y todavía se quieren, ¿verdad?
   
—Sí, mucho.
   
—Es maravilloso. Perfecto. El paraíso en la tierra. Mis padres también estaban muy enamorados, pero mi padre murió antes de que yo naciera y mi madre cuando yo tenía trece años. ¿Te lo ha contado Jeonguk?
   
—Sí, él...
   
—¡Uf, Jeonguk! —Lucy fingió estrangularse a sí misma y se echó a reír—. Sinceramente, quiero a Jeonguk más que a nada en el mundo, pero a veces me pregunto si alguna vez va a dejarme vivir mi propia vida. He estado muy enferma, supongo que te lo habrá contado. ¿Pero se ha tomado la molestia de contarte que ahora estoy perfectamente? ¿Y sabes que me han admitido en el Fashion Institute of Technology de Nueva York? Es la mejor escuela de diseño del país. Les encantaron mis trabajos. Pero Jeonguk tiene miedo de que la situación me supere y me temo que no me dejará marchar.
   
Arrancó una uva de un racimo, se la comió y continuó hablando.
   
—Jeonguk me dijo que tienes veinticinco años. Solo tienes seis años años más que yo, pero pareces más maduro, más sofisticado.
   
—Me estás haciendo sentirme como una anciano —le advirtió Jimin sonriendo.
   
Lucy parpadeó y después se echó a reír.
   
—¡Ah, era una broma!
   
Pero, en realidad, Jimin no estaba bromeando. Había algo infantil en Lucy. Parecía tener mucho menos de diecinueve años. Y no parecía enferma en absoluto. Al contrario, rebosaba energía y buena salud.

How Marrying With A Prince?[ADAPTACIÓN KOOKMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora