Capítulo 10

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A partir de ese día, comenzaron a escribirse regularmente. Jungkook lo llamó todas las noches y, el viernes, el día que Orión iba a volar a los Estados Unidos, le envió flores.
   
Jungkook voló ese mismo viernes a Maryland para comprobar el estado en el que llegaba el caballo y desde allí voló a Los Ángeles para participar en una serie de reuniones que se prolongarían a lo largo de todo el fin de semana. Continuaron en contacto a través de mensajes de texto y Jungkook lo llamaba cada noche, algo que realmente llegó a impresionarlo. Lo hacía alrededor de las ocho, una hora perfecta para él.
   
Y a Jimin le gustaba que fuera capaz de sacar tiempo para establecer un contacto regular con él. Le gustaba mucho. Demasiado, quizá, se decía constantemente.
   
El sábado, Jimin tenía que acudir a una subasta benéfica en Cannes. Su chófer y su guardaespaldas favorito,
   
Altus, aparecieron a las siete en su casa para llevarlo hasta allí. Fue todo lo agradable que podían serlo aquel tipo de acontecimientos. Conversó con gente que conocía de toda la vida y se hizo fotografías con personas de cuyo nombre ni siquiera se acordaba. Al final, firmó un sustancioso cheque a cambio de un espejo y una mesilla que había conseguido en la subasta.
   
De regreso a su casa, se sintió un poco decaído. Por alguna razón extraña, aquello le hizo desear hablar con Jungkook. Sacó el teléfono móvil y, justo en ese momento, recibió un mensaje.
   
¿Todavía estás en la subasta?
   
Era de Jungkook.
   
Inmediatamente se evaporó toda su tristeza, y le contestó:
   
Ya ha terminado. ¿Podemos hablar?

Enseguida recibió la contestación de él:
   
Dentro de una hora.
   
Jimin estaba ya en su casa cuando sonó el teléfono. Estuvieron hablando durante cerca de una hora. Le explicó cómo había terminado con un espejo y una mesilla que ni siquiera quería y él le habló de una película en la que estaba considerando la posibilidad de invertir. Rieron juntos y Jimin se sintió... comprendido. No pudo evitar recordar el sueño que había tenido el día que se habían conocido, aquel en el que montaban a caballo y reían juntos como un par de viejos amigos.
   
El lunes, buscó fotografías de Jungkook en Internet. En ellas aparecía en el hotel Beverly Hills con un famoso productor y una pareja de actores a los que reconoció. Estuvo bromeando sobre ello cuando habló con Jungkook aquella noche.
   
—Así que me vigilas —no parecía en absoluto molesto—. ¿Y qué tal lo estoy haciendo?
   
—Hasta ahora, muy bien. No ha habido un solo escándalo desde que saliste de Montedoro.
   
—Me dijiste que tenía que ser monógamo, ¿recuerdas? 

—Si estás durmiendo solo porque yo te lo dije, no me sirve.
   
—Así que no solo quieres que haga las cosas a tu manera, sino también que me guste hacer las cosas a tu manera.
  
 —Entonces, ¿sientes que te falta algo?
  
 —Solo tu compañía.
   
—Eres bueno. ¡Demasiado bueno!
   
—Eso es precisamente lo que estoy intentando decirte.
   
El martes, su madre lo invitó a almorzar en el apartamento que tenía en palacio. Estarían solo ellos dos. Jimin no podía evitar preguntarse qué habría hecho en aquella ocasión. Pero, en cualquier caso, se alegraba de poder estar con su madre en el elegante cuarto de estar en el que jugaba con sus hermanos cuando eran niños.
   
Estuvieron hablando de los planes que tenía su madre para los establos y de lo felices que eran Marcus y Rhia.

Cuando estaban disfrutando del postre, Adrienne comentó con una naturalidad un poco forzada:
   
—El domingo te echamos de menos en el desayuno.
   
—Estuve en un subasta benéfica en Cannes el sábado por la noche —y había tenido una larga conversación con Jungkook que había durado hasta las tres de la madrugada—. Tampoco salí a montar. Supongo que estaba... un poco perezoso.
   
—Taehyung estuvo hablando conmigo. Está preocupado por ti.
   
Jimin perdió inmediatamente el apetito.
   
—Estoy haciendo un esfuerzo considerable para no elevar los ojos al cielo.
   
—Tu hermano te quiere —respondió su madre con paciencia—. Está preocupado por la relación que tienes con uno de sus amigos.
 
—¿De verdad? —recurrió al sarcasmo para disimular su enfado—. ¿Y qué amigo es?
   
—Ese hombre que te compró a Orión. ¿Jeon Jeonguk se llamaba?
   
—Esto no es propio de ti, mamá.
   
—Tienes razón. Tu padre y yo siempre hemos intentado dejar que nuestros hijos vivan sus propias vidas. Pero tu hermano ha insistido en que hablara contigo.
   
—Y, desde lo que ocurrió en Glasgow, no confías en mí.
   
—Eso no es cierto —Adrienne dejó el tenedor en la mesa.
   
—Ojalá no lo fuera.
   
—Por favor, cariño, no te enfades conmigo.
   
Jimin dejó escapar un suspiro de frustración.
   
—No estoy enfadado contigo, de verdad, pero tengo ganas de estrangular a Taehyung. ¿Qué es lo que le preocupa? ¿Mi virtud? Es ridículo.

—Perdona a tu hermano. Él te quiere, y tengo la sensación de que por fin ha madurado. Está cambiando, está empezando a pensar seriamente en su vida y en su futuro.
   
—Genial. Me alegro mucho por él. ¿Pero eso qué tiene que ver conmigo?
   
—No quiere que termines sufriendo por culpa de un hombre que es como él solía ser.
   
—Me dijo que iba a dejar de meterse en mi vida y, sin embargo, vino a llorarte a ti. Y no tiene ningún derecho a hablar mal de Jeonguk. Jeonguk no ha hecho nada que no haya hecho él. Además, se supone que son amigos.
   
—No me habló mal de Jeonguk. Solo me dijo que Jeon Jeonguk es un rompecorazones. Lo único que quiere es evitar que te hagan daño. ¿Quieres que te dé un consejo? No le prestes atención. Sinceramente, creo que esto tiene más que ver con lo que está cambiando tu hermano que con ninguna otra cosa. Y también creo que a ti te gusta ese hombre. Creo que te gusta mucho.
   
Jimin no tenía nada que ocultar. ¿Por qué no admitirlo?
   
—Sí, me gusta. Y creo que estoy empezando a quererle. Es un hombre duro, competitivo y, en cierto modo, demasiado inteligente. Me llama todas las noches y soy capaz de pasarme horas hablando con él. Ha recorrido un largo camino para llegar hasta aquí y es un hombre orgulloso y controlador. Pero también es tierno, generoso y divertido.
   
—Veo que Taehyung no es el único de mis hijos que está cambiando y está en condiciones de encontrar el verdadero amor. Hablaré de nuevo con tu hermano y le recordaré que tienes que vivir tu propia vida y que confío en ti.
   
Las palabras de su madre lo conmovieron.

—Gracias. Jeonguk quiere que vaya a verle a California.
   
—¿Y vas a ir?
  
 —Sí, mamá. Creo que iré.

 
                       •••••••

How Marrying With A Prince?[ADAPTACIÓN KOOKMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora