Jimin no sabía qué hacer. Jungkook se había cerrado por completo y, cada vez que intentaba hablar con él sobre ello, lo negaba y evitaba responder.
A lo mejor Jungkook tenía razón, pensó. Pasar algún tiempo separados no les haría ningún daño. De hecho, incluso podría sentarles bien.O incluso podría ser la forma más sencilla de poner fin a su relación. Él volaría a Montedoro, él a Texas, e irían pasando los días y los meses. A lo mejor nunca volvían a estar juntos...
El miércoles por la mañana, Jimin partió para Montedoro. Jungkook se despidió de él dándole un beso en la puerta.
—Que tengas un buen viaje —le deseó.
No dijo nada más. No lo urgió a volver, no pronunció una sola palabra sobre lo mucho que iba a echarlo de menos o sobre cuándo podría ir a verlo.
Aquella frialdad le dolió. Jimin deseaba decirle que le amaba, pero le había prometido no hacerlo hasta que estuviera dispuesto a casarse con él, de modo que se limitó a devolverle el beso y susurró:
—Cuídate.
Jungkook regresó de Texas el viernes. Había hecho una gran inversión y tenía plena confianza en su decisión. Pero había otras cosas en las que no confiaba tanto. Cosas como la salud de su hermana. O Jimin.
Jimin sobre todo.
Se había marchado sin decirle cuándo volvería. Y estaba terriblemente enfadado con él por esa razón. Era cierto que tampoco él se lo había preguntado ni le había ofrecido reunirse con él en Montedoro. Pero pensaba que, en su caso, estaba justificado. Al fin y al cabo, era Jimin el que se estaba alejando de él.
Y ni siquiera le había llamado. Solo le había enviado un mensaje para decirle que había llegado bien. Él había respondido dándole las gracias, pero no había iniciado una verdadera conversación. Porque no quería un mensaje de Jimin. Ni una conversación telefónica. Ni un mensaje de correo.
Quería estar con él, poder acariciarlo y verlo sonreír. Quería que se casara con él y sentir su cuerpo dulce y fuerte a su lado en la cama.
Lo quería todo. Y lo quería con tal intensidad que le asustaba.
Se suponía que aquello no tenía que haber sido así. Se suponía que Jimin debería haberle dado el sí cuando le había pedido matrimonio. O, en caso contrario, que él debería haberse tomado las cosas con más calma. Sabía que la paciencia y la insistencia lo eran todo. Pero lo estaba fastidiando todo. No tenía sentido. Estaba actuando de una forma irracional.
El sábado, llamó a Lucy para ver cómo estaba. Y para darle todos los consejos importantes que no había sido capaz de darle la vez anterior. Ella estuvo charlando, riendo y compartiendo con él más información sobre su vida en Nueva York de la que a Jungkook le habría gustado saber.
Jungkook se limitó a escuchar y se descubrió a sí mismo asintiendo sonriente. No llegó a darle los consejos que tan ansioso estaba por transmitir. Porque comprendió que no necesitaba oírlos. Porque por fin comprendió la verdad.
Lucy estaba bien y no iba a tener ningún problema.
Estaba comenzando a sentirse bien por primera vez desde hacía una semana hasta que Lucy le preguntó por Jimin. No supo qué decirle, así que contestó con monosílabos y Lucy comprendió al instante que la cosa no iba bien. Cuando se enteró de que no tenía la menor idea de cuándo volvería Jimin de Montedoro, le acusó de ser su peor enemigo y le preguntó si había perdido el juicio.
Jungkook le permitió despotricar un rato.
Cuando por fin se tranquilizó, Lucy le suplicó suavemente:
—Ve a por él, Jeongukie. No lo dejes escapar.Después de aquella conversación, Jungkook se sintió peor que nunca. Salió a los establos y pasó el día con los caballos.
Aquello le ayudó. Pero no lo suficiente.
El lunes, llegó Orión de la granja de Maryland en la que había estado pasando la cuarentena. Era precioso. Ver a aquel caballo de un negro iridiscente resplandeciendo bajo el sol de California fue algo impresionante. Jungkook llamó al veterinario para que le hiciera una revisión y este determinó que estaba perfectamente de salud.
Después, Jungkook salió a montar. Comenzó a sacar el teléfono para enviarle a Jimin un mensaje y decirle que el caballo había llegado sano y salvo.
Pero no llamó. Tenía miedo de que Jimin no contestara. Y no sabía dónde estaba en aquel momento. Habían pasado cinco días desde que se había.
marchado. Y aquellos cinco días parecían haber durado un siglo. O quizá dos.
De vuelta a casa, se duchó, se cambió de ropa y se sentó para tomar una copa antes de cenar. Cuando terminó la copa, se sirvió otra.
Hannah le puso después una solitaria cena.
Jungkook se sentó, contempló la excelente comida y decidió que no tenía hambre. Después, pidió otra copa.
Hannah le dirigió una de sus miradas y le advirtió:
—Si quieres destrozarte, tendrás que hacerlo tú solo —giró sobre sus talones y se marchó.
Jungkook permaneció sentado durante unos segundos, bullendo de rabia. Y después fue a buscar a Hannah.
—¿Qué demonios te pasa, Hannah? —preguntó cuando llegó al mostrador de piedra blanca que separaba la cocina de la sala de estar—. ¿Qué problema tienes?—Tú —respondió Hannah con frialdad—. Tú eres mi problema, Jeonguk. Te pasas el día deprimido como si alguien te hubiera hecho algo terrible cuando todos sabemos que eres tú el que está haciendo las cosas mal.
—Espera un momento...
—¡No! Espera tú, Jeonguk. ¿Cuándo vas a despertar? ¿Te crees que no sé lo que ha pasado? ¿Crees que no sé que has encontrado al hombre de tus sueños, lo has traído a esta casa y después lo has enviado de vuelta?
—Yo no...
Hannah le interrumpió con un gesto.
—No te molestes en mentir. Te conozco desde hace demasiado tiempo. Sé lo que te propones. Has elaborado toda una estratagema para conseguir el mejor esposo trofeo que pudieras encontrar.
—¿Qué demonios...? ¿Cómo...?
—Tú mismo me lo dijiste. A lo mejor no te acuerdas, pero me hablaste de él. Me dijiste incluso que era un príncipe de Montedoro. Y que ibas a casarte con él. Y eso fue antes de conocerlo. Sé sumar dos y dos. Tú querías una príncipe y te has encontrado con un hombre que te ama. Y al que tú también amas. Eso te asusta. Tienes miedo al amor. Pero ¿sabes una cosa? En eso no eres nada especial. Todo el mundo tiene miedo a perder aquello que más ama. Todo el mundo tiene miedo a terminar solo...
—Yo no...
Hannah le interrumpió dando un golpe en el mostrador que sonó como un disparo.
—Sí, claro que sí, tienes miedo. Y te tomas a ti mismo demasiado en serio. Tienes que intentar superarlo y para lo único que te va a servir el whisky es para terminar con dolor de cabeza. Tienes que ir a buscarlo, Jeonguk, tienes que decirle lo que sientes, tienes que decirle que lo amas. Y tienes que hacerlo cuanto antes si no quieres que Jimin haga exactamente lo que temes que haga: decidir que eres alguien que no merece la pena.••••••
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How Marrying With A Prince?[ADAPTACIÓN KOOKMIN]
FanficJimin quería todo lo que Jungkook podía darle, y no estaba dispuesto a conformarse con menos Park Jimin debía aprender a comportarse como un auténtico príncipe. Se acabaron las escapadas que terminaban apareciendo en la prensa. Sin embargo, el n...