003 •| Pequeño altercado.

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Después de aquella noche incómoda pero bastante cariñosa teniendo en cuenta la personalidad de mierda que se cargaban aquellos hombres, el primero en despertar fue Conway, quien al sentir la noche anterior el peso de la cabeza de Gustabo contra el hueco entre su cuello y hombros se había sentido extrañamente relajado ¿Qué cojones tenía ese puto rubio teñido? En definitiva no entendía que pasaba por su corazón cuando miraba al de más baja estatura en sus ojos, parecía que el azul de sus pupilas fuera tan profundo como un océano y justo en el centro de este hubiese un remolino que lo absorbiese sin parar ¿Que se escondería detrás de aquella fachada que el rubio se había encargado de crear? Había conocido durante muy poco tiempo al tal "Pogo" y de verdad que Jackie ansiaba verlo de nuevo.

¿Quién era Jackie? Una personalidad de la cual nadie, ni siquiera la mismísima Jefa del CNI era consciente, una personalidad que solía salir a la luz cuando Jack torturaba personas en tierra de nadie pero que, al ser tan parecida con la forma de ser original de Conway nadie la notaba o si notaban aquel destello rojizo que adquirían sus ojos cuando Jackie tomaba posesión de su cuerpo, no mencionaban nada porque el solo hecho de tener aquellos ojos te quemaban el alma, te aterrorizaban e indagaban hasta lo más profundo de tu espíritu para recriminar aquellos oscuros pecados que habías cometido, por ese motivo nadie tenía los cojones bien puestos para comentar algo sobre aquel Conway despiadado y desquiciado que se dejaba ver solamente en tierra de nadie.

Al notar el movimiento suave de la cabeza de Gustabo acompañado de un quejido que soltó el más bajo a la hora de sentir la luz del sol penetrando su rostro directamente, sin ninguna tela de por medio o algo que hiciese que no resplandeciera tanto el sol.

-Joder viejo ¿Qué horas son? ¿Horacio despertó? ¿Cómo está?- El pelinegro al verse bombardeado de preguntas mientras estaba sumergido en sus pensamientos, reaccionó rápidamente y chiteo al menor mientras gesticulaba negación con sus brazos.

-Calmado Gustabin, pareces una puta cotorra ¿Así es siempre que te levantas? No se como Horacio no te mete una hostia en la cara apenas empiezas a hablar.- Mencionó con algo de desquite en sus palabras el mayor de los dos, siendo rápidamente contestado por el de menor altura.

-Hombre, me parecería mejor opción el hecho de que me comieran to' el morro para callarme pero, pa' gustos colores.- Subió y bajo sus hombros en un gesto de desdeje y al ver pasar a un doctor cerca de ellos dos, se puso de pie rápidamente y habló con él para informarse de la situación por la que estaba pasando Horacio. Éste le informó que el paciente despertaría en breves y que su estado era una maravilla ya que, Horacio tenía una cicatrización muy buena en su piel y la resistencia que tenía era brutal, vamos, estaba hecho todo un puto héroe.

-¡Ancianooooooo! ¡Que ha despertao' mi niño!- Gritó a todo pulmón el que para Conway en estos momentos era el gritón más hijo de puta del mundo, vaya hipocresía que se cargaba el viejo, le molestaba que los demás gritaran pero el podía gritar todo lo que quisiera, en fin, la hipotenusa.

-Callate un rato princesa, más bien anda a ver al subnormal ese, yo iré a por tres cafés.- Mientras Gustabo llegaba a la habitación y hablaba con su hermano de la cercanía que había tenido con Conway anteriormente y lo sorprendido que se hallaba por las reacciones que éste le había causado, aguantando por supuesto los pequeños gritos de fangirl que soltaba Horacio para hacer notar su emoción. Nuestro amado anciano se encontraba pensando en lo comodo que se había sentido al estar en contacto con Gustabo ¿Acaso ese puto payaso podía estar abriéndose paso en su corazón? No, que va, la única que tenía derecho a eso era Julia, su difunta esposa y eso no cambiaría, sería mejor alejarse de ese anormal, ya se le había salido todo de las manos, y Jackie también era consciente de eso pero, a lo contrario de él, a ese puto psicópata le gustaba jugar con fuego hasta quemarse y no dejaba a su mente en paz con la idea de tener a Gustabo sometido en su escritorio, haciéndolo gemir como la perra en celo que era mientras era embestido con brutalidad por él, sintiendo como el agarre que mantenía sobre el cuello del rubio iba cortando su respiración poco a poco.

Are we crazy? I Intenabo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora