-¡Arriba! ¡Arriba! Despertad dormilones.
Era mi nuevo despertador. Todas las mañanas la pequeñaja venia a mi cuarto y nos gritaba a Cinco y a mí. Y sip, ella estaba viviendo conmigo. Pero no hicimos nada ok.
Esperé a que Esperanza se fuera de la habitación para abrazar a ____. Me encantaba poder hacer eso al fin. No era lo mismo que con las otras. Mientras Eco olía a menta y a hierba de una lovizna reciente, las otras chicas eran más de sudor, cerrado o alcohol.
-Ya has escuchado a la pequeñaja. Arriba.
Eché la manta a un lado. Agarré a la Sirena de las piernas y tiré de ella hacia mí. Gracias a eso conseguí moverla de la cama y una mirada asesina a menos de veinte centímetros de mi cara. Se despertaba rápido, pero le costaba mucho levantarse.
-Mátame después de que vengan mis padres.
Ahí sí que reaccionó. Lo que hace una por llevarse bien con los suegros.
-Manipulable.
-Manipulador- me respondió con otra de sus características miradas.
Nos empezamos a arreglar y Eco bajó a ver si Esperanza había quemado la cocina, yo tardé un poco más en hacerlo, pero confiaba en que Eco no rompería mucho más de lo que ya pudiera estar roto. Después de varias semanas con la pequeña me había acostumbrado a sus meteduras de pata bien intencionadas.
Cuando entré a la cocina las vi a las dos juntas. La chica que quería con toda mi alma y mi hermanita. La primera le enseñaba a la pequeña a cocinar. No lo hacían bien del todo, pero estaban felices como si fueran las mejores tortitas del mundo entero.
-Se os van a quemar.
En ese momento Cinco reaccionó rápido y las salvó de milagro. Pura chiripa.
-Observa cómo no se han quemado.
-¡¡¡Spartita!!! Las he hecho yo. Las he hecho yo-grutaba emocionada Esperanza.
Me acercó un plato con varias tortitas algo quemadas. Las probé y no estaban mal del todo.
-Oye... Están ricas...
El móvil empezó a sonar. ¿Un mensaje de los Cazadores? Eso sí era raro. Lo leí detenidamente mientras seguía comiendo las tortitas, aunque al poco se me quitó el hambre de golpe.
-¿Andrés?
Miré a Eco preocupado. Y triste. Muy triste. Tenía que irme de nuevo. Sin ella. "Mejor, así estará a salvo de una vez por todas" pensé. Intentaba animarme.
-No pasa nada.
Me miró dudosa. Seguro que estaba pálido. Morir me daba miedo, aunque fuera por una causa noble y esas cosas, era aterrador. "Piensa en algo, rápido. Que no se de cuenta de tu miedo"
pensaba. Pero qué difícil era mentir cuando quería decir la verdad.Acabamos de desayunar. Esperanza estaba eufórica, al fin podría ver a sus padres. Así que después de dejar los platos para lavarlos se fue corriendo a ponerse el mejor vestido y a arreglarse bajo la supervisión de Pelusa, su inseparable compañera.
Ayudé a recoger la mesa para no pensar en la misión. Pero aun así no dejaba de rondarme la cabeza. Típico: cuanto menos quieres pensar en algo, más piensas en eso.
-¿Me vas a decir qué te preocupa tanto o voy a tener que invocar algo para que te lo saque?
Mierda, se había dado cuenta. ¿Y ahora cómo salgo de esta? ¿Finjo mi muerte?
-Me han mandado a una misión.
¿Pero no quería no preocuparla? Se me ha escapado. Soy tonto. ¿Estoy discutiendo con mi cerebro? Sip. Genial, definitivamente estar con Flex me ha derretido el cerebro.
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Hombres: un AU de los Compas (Monstruos 2)
FanficHan pasado cuatro años desde que los Compadretes se marcharon del peligroso Bosque Muerto y se fueron a buscar la forma de ayudar a sus amigas las Sirenas. Viven apaciblemente en la Última Ciudad, la antigua Esparta, enseñando a los jóvenes guerrer...