Capítulo 5 - El Momento de decir adiós

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[Capítulo 5 ─ El Momento de decir adiós]

Marco miró el reloj en su muñeca para comprobar la hora cuando escuchó que alguien tocaba en la puerta del departamento. Tal como había pensado, no iban ni 30 minutos desde que había hecho su pedido a domicilio ─no que acostumbrara pedir comida, de hecho prefería preparársela él mismo, pero con la cantidad de papeles que tenía que revisar esa tarde acerca de un caso no había querido perder tiempo y al final optó por pedir algo─ por lo que no podía ser el repartidor detrás de la puerta.

Se extrañó ante eso, puesto que no había esperado recibir alguna visita esa tarde; Ace le había llamado hacía rato, de bastante buen humor si cabe aclarar, para decirle que saldría a comer por ahí con Bascud, y Shanks y Thatch se habrían escabullido por algún lugar privado para pasar la tarde celebrando que llevaban otro mes más juntos. Así que, preguntándose quién podría ser, se levantó de la silla de su escritorio,  donde tenía la superficie abarrotada de documentos esparcidos aquí y allá, y salió de su habitación caminando con las manos en los bolsillos.

Nada lo habría preparado jamás para lo que le esperaba detrás de la puerta, no habría pensado en ningún momento que su vida cambiaría allí, justo cuando viera a la persona que estaba esperándolo del otro lado. Tal fue su sorpresa que su mente pareció haberse desconectado por unos segundos antes de poder reaccionar.

―¿Qué haces tú aquí?

o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o

Ahh, ¡al fin terminamos! exclamó Sabo dejándose caer de espalda sobre su cama.

Killer, sentado a su lado, sonrió y se dispuso a guardar sus libros que habían utilizado para hacer la tarea, y al terminar dejó su mochila en el suelo junto a la cama. Es un gesto automático estiró el brazo y comenzó a acariciar el cabello de su novio mientras se paseaba con los ojos por la habitación.

El fin de semana no pude observar tu cuarto muy bien, con todo lo que pasó comentó, y Sabo recordó lo ajetreados que habían estado esos días, después de la noticia de la fuga. En cierta forma creo que es lo que me esperaba, ¿cómo decirlo…? Muy tú.

El menor rió y lo observó sosteniéndose con los antebrazos sobre la cama. ¿Cómo es eso?

Pues que es lo que alguien esperaría de ti, ¿no? Puede sentirse que es tu lugar, donde te sientes cómodo.

Sabo sonrió y lo tomó del brazo para jalarlo, tumbando al otro en la cama y colocándose sobre  él. ¿Desde cuándo eres tan reflexivo? Killer se encogió de hombros y le dedicó una sonrisa, su fleco había quedado hacia un lado por la caída y sus ojos azules brillaban con intensidad cuando los observó directamente. “Que dios te ayude Sabo, te estás enamorando” le dijo una alegre voz en su cabeza. Creo que tienes razón susurró.

¿Qué?

El menor negó con la cabeza. No es nada, divagaciones mías.

Killer ladeó la cabeza, tal vez no muy convencido con su respuesta, pero después sonrió de lado y estiró su brazo hacia él, acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja. Se miraron a los ojos por unos momentos, sonriéndose mutuamente, hasta que el mayor pasó su mano a la nuca de su novio y lo acercó a él para poder besar sus labios.

De repente el blanco techo de su recamara apareció de nuevo sobre él cuando una melodía lo sacó de sus pensamientos. No había sido su intención ponerse a recordar momentos con su novio que ahora parecían muy distantes, pero no pudo evitarlo una vez que se dejó caer en su cama al llegar de la Universidad. Se talló el rostro con la palma de su mano izquierda para despejar un poco su mente al momento que estiraba la derecha hacia el buró, donde el culpable de haber regresado a la realidad seguía sonando. Cuando acercó el celular a su rostro y vio el contacto no pudo evitar sentarse de golpe y contestar de inmediato, sin molestarse en ocultar rastro alguno de ansiedad de su voz.

Estoy a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora