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Anne pasó la siguiente semana como de costumbre: se siguió encontrando con Gilbert pasando un día y continuó su vida obviando la partida de su padre

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Anne pasó la siguiente semana como de costumbre: se siguió encontrando con Gilbert pasando un día y continuó su vida obviando la partida de su padre.

Gilbert también hizo como era monótono en su vida: se mantuvo al tanto del bienestar de su madre, que poco a poco mejoraba, y seguía con sus prácticas de baloncesto para entrar a un equipo importante de su ciudad.

Y por su parte, Anne no quería irse de su país. Pese a que odiaba su escuela y solo tenía un par de amigos, aún formaba parte del grupo de patinaje artístico que la impulsaba a muchas cosas. Ese ambiente era, después del pelinegro, su escape y su forma de expresarse.

En un par de días haría una presentación de su rutina de patinaje previa a una competencia y se encontraba realmente nerviosa. Pero aquella noche le tocaba ver a Gilbert otra vez, eso la alegraba.

Y por si se lo preguntan, nunca llegaron a concretar el beso que Bertha interrumpió en el parque.

En esta oportunidad de sus sueños, Gilbert se encontró en la pista de patinaje donde Anne practicaba. Ella estaba frustrada porque no le salía una pirueta y él había entrado sigilosamente para contemplarla con su traje dorado por encima y negro al caer la falda. Solo podía pensar en lo bien que se veía y lo hermosa que era.

-Debes dejar de aparecer de la nada -le dijo Anne al verlo e imitando una sonrisa, como si todo estuviera bien. Por alguna razón, él llevaba su traje de basquetbol: los pantalones cortos en blanco con detalles rojos en los costados y la camiseta con el mismo estilo. Algo simple.

Gilbert negó, apoyándose en la valla que dividía el hielo del suelo común, y miró con cuidado la figura de la pelirroja.

-Es mi marca -se limitó a decir al percatarse de que había ocupado mucho tiempo en contemplarla- ¿Qué te sucede? -le preguntó luego, al verla desanimada, justo en el momento que se acercaba hasta él con desgano.

-El sábado le presento una coreografía a mi entrenadora -comenzó a contar, apoyándose también en la valla y mirando a la pista con un deje de desilusión-. Es la primera vez que la armo yo sola, pero por alguna razón no me sale como quiero. Y de ser así, no me presentaré en la competencia departamental. Y si no lo hago no pasaré de ronda. Y si no paso de ronda...

De pronto Anne se vio callada al sentir un toque en su rostro. El toque de Gilbert. Aquel que la hacía estremecer.

Él la había tomado de las mejillas y la miraba directa a los ojos de una manera embelesante, causando otra vez esa extraña sensación en sus cuerpos. Pero es que se complementaban tan bien en un acto tan simple como aquel.

No tenían forma de explicar la electricidad que sentían al toque del otro. Era una conexión única. Eso les gustaba, no lo encontraban en cualquier lado.

-Pasarás de ronda. Yo te ayudaré -la seguridad con la que lo dijo causó una risa en Anne, porque por su mente llegaron varias imágenes que no se esperaba-. Oh no, ni se te ocurra pensar que me pondré esas armas mortales y haré todas esas cosas imposibles. Te veré desde aquí y alentaré. Tú solo déjate llevar y verás que cuando el alma habla todo es más real.

IN MY DREAMS; Shirbert [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora