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Despertaron

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Despertaron.

—¡Gilbert! —gritó Anne. No había nadie en la habitación.

Y en el resto de su hogar tampoco. Bertha se había ido con sus hermanos, así que estaba sola. Sola pensando en Gilbert Blythe.

Sentía que lo había perdido. ¿Por qué?

Tal vez porque no volvió a soñarlo. Y porque los adornos navideños ya no estaban.

Cuando Bertha regresó, Anne le preguntó al respecto y ella le respondió que no había sacado nada, que creía que había sido su hija. Pero esta tampoco lo hizo. Simplemente ya nada estaba.

Se fijó en las cajas donde siempre guardaban las decoraciones, y los adornos que le pertenecían a Gilbert no se encontraban. La bota del chico de las cejas expresivas se había esfumado.

Corrió a su habitación y se encontró con que Orgullo y Prejuicio había desaparecido (porque sí, luego del sueño el libro apareció mágicamente en su cuarto). En su lugar estaba el regalo que ella le obsequió, y que se lo había quedado Gilbert.

Y desde la ventana vio cómo el hombre de nieve que él había creado comenzaba a derretirse lentamente.

Así como a Anne se le derretía la alegría que poseía cuando estaba con el chico de las cejas expresivas.
—————

En la casa de los Blythe solo quedó el pino con aburridas decoraciones. La bota de la chica del cabello de fuego ya no estaba y el pesebre tampoco.

El aire navideño no existía sin ella.

Su obsequio también se desvaneció. Y el libro de Orgullo y Prejuicio reapareció.

Y eso solo hacía pensar al chico que tal vez todo había llegado a su fin, que Anne era un ser inexistente el cual apareció en sus sueños para cuidarlo y acompañarlo mientras sus padres no estaban.

Ambos se buscaron en las redes sociales, pero no se encontraron. No había nadie con el nombre de Anne Shirley ni Gilbert Blythe. Y tampoco información de personas que compartieran aquel apellido.

Era como si no existieran.

Pronto sería 30 de diciembre. Se suponía que ese día les tocaba verse, pero algo les decía que aquello no ocurriría.

Lo peor (o mejor) llegó por la tarde del 28, cuando en Saint Paul (Minnesota) Bertha le daba una triste noticia a Anne. Y en Vancouver una puerta se abría, dejando ver la figura de Marilla y John Blythe volviendo a su hogar.

—Viajaremos mañana —le avisó Bertha a su hija, mientras ella comenzaba a llorar sobre su cama. Era una fecha anticipada a la que creía y esperaba. No estaba lista—. El compañero de tu padre ya ha vuelto y no tiene mucha lógica que Walter venga si va a irse otra vez. Pero vendremos de vacaciones, tranquila. Además, hablé con tu profesora de patinaje y van a conectar con una academia de Canadá para que te prepares y pases a las rondas de allá. Seguro hace que presentes alguna coreografía y listo. Todo va a tener una solución, cariño.

IN MY DREAMS; Shirbert [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora