Capitulo 23

8 1 0
                                    

                              Jason Müller

Justo en ese momento la vi atravesar la puerta, aun me dolía un poco la cabeza, pero en cuanto la vi, juro que todo malestar desapareció de mi cuerpo, de mi corazón.

Hizo una entrada triunfal, lo mejor que pude haber visto en toda mi vida, llevaba puesta la pijama que le regalé aquella primera vez, lucia divina, tenía una sonrisa deslumbrante, feliz pero a la misma vez triste y tímida, se le veía un poco decaída, sus ojos, su rostro, toda ella, pero aun así era hermosa, hermosa realmente, en todos y cada uno de los contextos que pudiera verla, porque ella era así, era magia, apareció en mi vida cuando menos la esperaba, fue algo inefable, pero tenía miedo de que fuera efímero, y cuando me la arrebataron ese miedo se transformó en esperanza, luego en odio, en odio hacia mi padre y hacia Leyna, hacia personas que supuestamente me querían de verdad, sin embargo, no conocía el amor, no de esta manera, porque amaba a mi madre, a mi abuela, a mi hermano Adler y hasta a mi padre... pero la clase de amor que sentía por Isabella era esa clase de amor que no encuentras dos veces en la vida, ese que te mueve el mundo, que es tu mundo, esa clase de amor por el que estarías dispuesto a caer hasta donde fuera necesario, todo, con tal de que ella no cayera, de que ella se salvará, ese amor por el que estás dispuesto a todo, dispuesto a dar la vida... o quitarla.

Se acercó a mi lado y se sentó, estaba tan serena, al principio no dijo nada y yo no quise arruinar el momento, sabía que estaba buscando las palabras adecuadas, sabía que era una chica ruda, pero en el fondo tenía un corazón de oropel, cuando la conocí era una chica sumamente tierna, se hacía la dura, pero ambos sabíamos que no lo era, era simplemente una chica que intentaba y sigue intentando protegerse de todos y proteger a todos a su alrededor.

-Sabes... -comenzó a decir- he sido tantas personas y tenido tantas personalidades durante mi corta vida, que... que ya no se cual es la real, ya no se cual soy en realidad, cual es fingida y cual es real.

Yo solo la mire, un poco sorprendido por sus palabras, porque de cierto modo fue así, pero no era del todo cierto.

-Sin embargo, cuando estoy contigo todo es distinto, no tengo que fingir ser alguien que no soy, tu me aceptaste tal y como era desde que me conociste, no te importo lo que fuera o quién había sido, que había hecho o que podía hacer, toda mi vida fluye cuando estoy tan cerca de ti -yo sonreí con suficiencia, aunque sabía que me quitaría esta sonrisa del rostro solo con decir una palabra- oh, no seas tan narcisista Müller, no eres el único -concluyó riendo un poco, las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas.

-¿Sabes que es lo que más extrañé en este tiempo? Dulce asesina -pregunté mirándola, ella alzó una de sus cejas y recordé la primera conversación que habíamos tenido hace algunos meses, le pregunté lo mismo y se que ella respondería lo mismo, porque era Isabella, también porque me lanzó esa mirada que sólo ella podía hacer, yo solté una pequeña risa ahogada.

-¿Se podía elegir? -replicó ella en tono de pregunta.

-Imposible, pero... aparte de extrañarte todos los días y a cada segundo que pasaba, extrañé tu sonrisa y tu risa, tu yo desinteresado de la vida -sonreímos ambos, nos miramos a los ojos, descubrimos nuestras almas y solté una carcajada- y por supuesto, que solo tu me llames Müller -dije en tono coqueto acercándome a ella.

-No seas tan narcisista, Müller -volteó los ojos y soltó una carcajada.

-No se si tengas alguna idea de con que fuerzas deseaba estar junto a ti de nuevo, de que papá nos aceptará, ahora entiendo su oferta -suspire triste, Isabella se acercó a mí- no le he dicho que sí, pero compre el boleto, egoístamente deseaba alejarme de ti -baje la mirada, ella asintió tomando mi mano- Sin ti nada tenía sentido, no estar cerca de ti me ponía tan mal, estaba deprimido...

¿Hasta donde estás dispuesto a caer?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora