La última vez

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Tuve un sueño. No sé que significaba o que trataba de decirme mi subconsciente pero talvez fue una predicción de mi futuro. Talvez fue simplemente una manera que tenía de decirme el porqué suceden cosas que no quería en mi vida. Y el sueño era una respuesta a eso que alguna vez me lastimó. Pero tenía que suceder, tenía, porque mi destino nunca es lo que quiero y me sorprende cuando el final los planes de el destino son diferentes y mucho mejor de lo que yo creía que quería.

Estaba yo sentada en una silla de un parque, o era lo que parecía a mi alrededor, nada a mi alrededor era nítido, pues se veía como humo mas allá a lo lejos, y parecía como si el sueño solo enfocara la escena justo en la que me encuentro. Estoy sentada y siento una paz enorme, me siento bien y plena. Me siento bien siendo yo. siento que ha pasado demasiado tiempo y no soy esta niña de 20 años que en estos momentos esta escribiendo el sueño, si no más bien, una mujer delgada con cabello corto, con una falda entallada hasta las rodillas, zapatos altos y una blusa embotonada.
Pero no paso desapercibido mi cabello corto y que me siento bien así, porque yo siempre tengo el cabello hasta la cintura y cuando lo corto de esa manera hasta los hombros es porque se que comenzaré una nueva etapa de mi vida, y no lo volveré a cortar hasta que crezca hasta la cintura. Tampoco me pasa desapercibido que mientras estoy sentada mirando hacia el frente con una vista hacia la naturaleza no me siento sola. Me siento acompañada y cuando volteo hay un hombre mucho mayor que yo al lado mio. Se ve que no pasa los 50 años, sus entradas en la cabeza se ven más amplias de lo que antes eran, sus líneas de expresión de concentración se le han quedado para siempre, y su piel se ve más estirada de lo que antes era.
El estilo de sus gafas no ha cambiado, tampoco su cara pequeña ni la complexión tan delgada que tiene, pero ahora luce frágil y cansado. Sus espesas cejas ahora se ven con algunas cuantas canas. Esta sentado al lado mio, y cuando quito mi vista de enfrente y volteo a verlo me sonrie sin enseñar los dientes. Tiene el mismo gesto de ternura, y a los pocos segundos de verlo a los ojos se le llenan de agua pero no salen lágrimas. Lo tomo de la mano, algo vieja y sin tanta fuerza, me levanto. Él tambien lo hace pero no de la manera rápida que yo lo hice, pues yo tengo que esperar cinco segundos a que él se apoye con su otra mano en la silla, y con la otra mano apoyándose en mí para poder levantarse.
Nos encaminamos por un camino de asfaltato alrededor de el parque dejando atrás la silla.
Todo se ve verde y con algunos arbustos de flores, sin embargo a pesar de todo hermoso no se ve con claridad, nada es nítido, solo él y yo.
Mientras caminamos por unos minutos, el final del recorrido nos lleva hasta una puerta blanca de madera que desprende humo. El señor mayor me suelta la mano y con gesto amable me indica que entre, o salga del lugar, no estoy segura. Entonces salgo.
Cuando estoy dos pasos afuera volteo hacia atrás y el señor camina de regreso hacia la silla en la que estábamos sentados. No me atrevo a regresar y alcanzarlo pero me causa sentimiento que ahora él se regresa solo, camina lento y con gesto despreocupado.
Entonces me doy la media vuelta y me alejo de la puerta. No puedo recordar hacia dónde me dirigo o cómo es el lugar en el que camino al salir por esa puerta porque en ese momento me despierto, y cuando abro los ojos me doy cuenta que estoy en mi casa.

Aquel hombre mayor en mis sueños, esos ojos que tenía tanto tiempo sin ver, y esa sonrisa son del mismo chico del que me enamoré cuando tenía 18 años, mientras él me doblaba la edad porque era 8 años mayor que yo. Sin embargo es casi de mi estatura, aparenta la misma edad que yo y también continúa sus estudios al igual que yo.

Estoy lavando los trastes mientras revivo este sueño y dejo grabado en mi memoria sus ojos y su cara pequeña, luego recuerdo cuando hace poco menos de un año acariciaba su mejilla mientras el me sonreía. termino de lavar los trastes y reviso mi celular en la última conversación de ayer que tuvimos.

Me pedías perdon por todo lo sucedido y decías que no merecía todo lo que habías hecho, te digo que todos somos humanos y cometemos errores y que no te sientas mal.
Me preguntaste si podíamos ser amigos de nuevo. En ese momento, mi pulso se aceleró, y tuve unos segundos de varios flashbacks de todo lo sucedido, y de cómo me sentí en los últimos dos años. Pues ya no soy esa niña de 18 años, ahora tengo 20.

Belleza InternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora