¡A jugar!

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Un par de semanas después del altercado de la niebla, todo el pueblo se sumergió en los preparativos para la fiesta anual de la pequeña villa, que tendría lugar ese sábado. Todos pusieron su granito de arena en los preparativos, incluso yo coloqué algún adorno en la plaza para intentar ayudar a Lena y Johan. Con éste último, desde que arreglamos nuestras diferencias, tenía una muy buena relación, hasta me atrevería a llamarlo una buena amistad.

Llegó el sábado, me arreglé un poco y salí en dirección a la plaza. Había quedado con Lena a las 16h para ver los juegos para niños y no tan niños que se habían organizado.
Cuando llegué a la plaza, eso era increíble. Cientos de banderines y luces la decoraban, la gente se agolpaba alrededor de los diversos juegos que habían: carrera de sacos, lanzamiento de herradura, algo parecido a los bolos, ¿un concurso de ver quien sostenía una jarra de cerveza más tiempo?, el tira y afloja, etc, y todos parecían estar disfrutando de lo lindo. No parecía la misma plaza sosa y desierta que veía todos los días cuando iba a trabajar.

- ¡Vic! Estamos aquí. - Me giré hacia la voz inconfundible que me había llamado y vi a Pierre, con el resto de su familia, al lado de la carrera de sacos, y me acerqué a ellos.

- ¡Hola chicos! - Dije con un tono alegre.

- Hola - Me contestaron todos al unísono.

- Pierre vamos, ya te toca. - Le dijo Thomas a su hijo mayor.

- ¿Vas a participar?

- Síí, deseadme suerte.

Todos animamos al pequeño, quién se dirigió a la línea de salida y se preparó dentro de un saco, esperando a que el señor Andersson tocara el silbato anunciando el inicio de la carrera.

- ¡Vamos Pierre!

El niño pasó la línea de meta en primer lugar, y vino corriendo a abrazar a su madre.

- Muy bien cariño, así se hace.

- ¿Podemos ir ahora a pescar patitos, porfi mami? - Dijo Benji, estirándole de la manga a su madre.

- Claro, vamos peque.

Mientras Benji intentaba pescar la mayor cantidad de patitos, yo me dediqué a pasearme por los diferentes juegos que habían. Me quedé parada viendo el de lanzamiento de herradura, pensando en qué difícil me parecía, cuando una voz detrás de mí me sacó de mis pensamientos.

- ¿Te atreves?

- Creo que si tirara una herradura de esas, le podría sacar un ojo a alguien.

- Vamos mujer, no será para tanto. No es tan difícil.

- ¡Johan! ¿Quieres jugar? - Preguntó Vivianne, quién apareció con una herradura en la mano delante de nosotros.

- Claro. Pero con una condición. - Se giró hacia mí - Qué juegues tu también.

- ¿Quieres matar a alguien, verdad?

- Vamos va, será divertido.

- Vaaaale va.

- Toma, tú primero. - Johan le quitó la herradura de la mano a Vivianne y me la dio.

Me puse en la línea de tiro, y obviamente la tiré a Cuenca*. Las dos veces. Porqué Johan no tenía suficiente con reírse de mí una vez, no, tuve que tirar dos veces. Ante la mirada atenta de unas 10 personas, la mirada de asco que me lanzaba la hija del alcalde, y la mirada divertida del dueño del bar.

- Toma, ya he hecho suficiente el ridículo por hoy.

Johan ocupó mi lugar, y perfecto, a la primera. No se porqué pero no me extrañaba nada.

- Qué asco das, de verdad.

- Te puedo dar clases cuando quieras. - Ofreció acercándose a mí.

- ¡Jo!, ¿me ayudas con la posición de tiro? - Rogó Vivianne.

- ¿Jo? - Le dije por lo bajo, antes de que se fuera de mi lado.

- Cállate. - Me dio un empujón flojo con la mano, mientras me reía.

Siendo sincera, no estaba muy cómoda presenciando esa escena. Me sentí totalmente aliviada cuando vino Lena y me pidió que la acompañara a ver como su marido perdía en el concurso de aguantar el litro de cerveza.

- ¿No quieres participar Victoria? - Me preguntó Thomas, cuando llegamos a ellos.

- Si fuera un concurso de bebérmela sí, pero de hacer fuerza, casi que no. - Rechacé simpáticamente.

- ¿Ya tienes suficientes juegos por hoy? - Preguntó mi amiga.

- ¿Has visto mi debut como tiradora de herradura?

- Si cariño, debo decirte que no es lo tuyo eh.

- No me había dado cuenta, gracias por tu sinceridad. - Le contesté sarcásticamente.

Lena rió.

- Pero has logrado algo.

- ¿El qué? ¿Ser la que peor tira en todo el pueblo? ¿Me dan una medalla por eso?

- No, has conseguido que Johan juegue y se divierta. Hacía cinco años que no veía a ese chico pasárselo bien en un día como hoy. Además últimamente está más contento, deja ver su sonrisa más a menudo. ¿No tendrás nada que ver, verdad?

- ¿Yo? Que va. Igual tiene algo que ver Vivianne.

- Uy sí, tienen una conexión mágica. Míralos.

Nos giramos las dos hacia el juego de la herradura, y pude comprobar que Lena tenía razón. Vivianne se intentaba arrimar al suizo, pero no se veía una disposición por parte de él. Mejor dicho, parecía que necesitaba ser salvado de los tentáculos de Úrsula.

- Pierre, ¿quieres ir al tiro con arco? - Lo animé.

- ¡Sí!

- Vamos, ven.

Cogí de la mano al pequeño y nos dirigimos hacia la zona del tiro con arco, pero al pasar por delante del lanzamiento con herradura, Johan se acercó a nosotros.

- Ey chicos, ¿dónde vais?

- ¡Hola tío Johan! Vamos al tiro con arco.

- Sí, ¿quieres venir?

- Me encantaría.

- Y a mi me encantaría una revancha.

- Muy bien. - Aceptó mi ofrecimiento de revancha con una ceja levantada y una sonrisa de falsa superioridad.

- Perfecto.

Nos alejamos los tres de ese juego y nos arrimamos a nuestro destino. Mientras Pierre tiraba, Johan me susurró:

- Gracias

- ¿Por qué? - Pregunté, haciéndome la desentendida.

- Ya sabes, por rescatarme.

- ¿Para eso están los amigos, no?

Después del turno del pequeño, tiró Johan y por último yo. Di casi en el centro, mucho mejor que lo que habían hecho mis dos acompañantes.

- Vaya vaya, parece que la española tenía un secreto guardado.

- La verdad es que Disney se inspiró en mí para hacer Brave, lo que pasa es que tuvieron que cambiar algo y al final la ambientaron la historia en la Edad Media escocesa. Pero shh, es secreto.

El resto del día transcurrió genial. Johan, Pierre y yo volvimos con Lena y los suyos. Todos juntos jugamos a los otros juegos, charlamos, y cuando llegó la hora de sentarse a cenar, lo hicimos también juntos, y además se nos unieron el doctor Holm y Elsa. Fue una noche muy divertida, miles de anécdotas y risas nos envolvían, la cena estaba, inesperadamente, muy buena (no es que fuera yo muy fan de la típica comida suiza) e incluso hicimos planes para el mes siguiente irnos de pícnic un domingo todos juntos. En ese momento no podía estar más feliz de haber conocido a esa gente, esa gente que día a día se iba convirtiendo en mi familia de Suiza.


* Cuenca. Ciudad de España, conocida, sobre todo, por las espectaculares Casas Colgadas.

Chocolate suizo (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora