El sábado llegó, todo el pueblo estaba en la plaza con los adorno en la mano. Uno a uno se acercaban al árbol y ponían su adorno. Habían adornos de todas las maneras: hechos a mano, de fábrica, clásicos, originales... Había uno en forma de bola de nieve de estas trasparentes, que dentro tienen una figurita, y otro en forma de corazón de terciopelo que me hicieron pensar "¡Qué modernos son los suizos!".
Lena había puesto una mesa con chocolate caliente delante del bar, así que cuando acababas de hacer tu aportación a la decoración del árbol, ibas a por una taza de chocolate caliente, qué estaba buenísimo y entraba súper bien.- ¡Vic! Mira mi adorno. - Pierre se acercaba a mí con mini balón de fútbol con una cuerdecita en la mano.
- No me lo puedo creer. ¡Qué bonito! ¿Y el tuyo Ben?
- Éste. - El pequeño sacó del bolsillo de su abrigo un dinosaurio.
- ¡Qué chulo! Me encanta.
- ¿Y el tuyo?
Saqué del bolso, con mucha delicadeza (porque era más viejo que yo), el osito.
- Que mono. - Dijo Pierre admirando el osito de madera.
- ¿Te gusta Benji?
- Sí, se parece a Teo.
- ¿Teo?
- Es su osito de peluche, lo gasta para dormir. - Me contestó su hermano.
- ¿Y no me has presentado a Teo? - Le dije a Benjamin con falsa indignación.
- No. - Me contesto el nene con una sonrisa pícara.
- ¿Sabes qué yo también tengo un amigo que se llama Teo?
- Vic, venid. Vamos a poner el adorno. - Nos llamaron Thomas y Lena.
Cogí al pequeño en brazos y al mayor de la mano y nos acercamos al árbol. Con tanta ilusión, al más pequeño se le cayó el dinosaurio que llevaba en la mano, pero afortunadamente, no llegó al suelo.
- ¡Johaan! - Sonrió Ben feliz, cuando el dueño del bar le devolvió el adorno.
- Te estaba buscando antes. - Le comenté.
- Perdón, es que estaba haciendo más chocolate.
- No pasa nada. Vamos va.
Los seis nos acercamos al árbol y pusimos nuestros adornos. Johan subió a Benji al caballito para que pusiera su T-Rex lo más alto posible, al igual que Thomas hizo con Pierre. Luego todos juntos fuimos a por chocolate.
- ¿Ya tienes hecha la pizza?
- No mujer, eso se hace al momento, que si no se ablanda.
- Claaaaro.
- ¿Qué pizza? - Dijo Pierre acercándose a Johan. - ¿Vas a cenar pizza esta noche?
- Sí, Victoria viene a mi casa a cenar, y voy a hacer pizza.
- Yo también quiero pizza. Mamá va a hacer salmón. - Comentó el pequeño con cara de asco.
Johan y yo nos miramos, los dos estábamos pensando lo mismo.
- ¿Quieres venir a cenar con nosotros?
- Sííí. - Saltó el niño.
- Pregúntaselo a la mamá eh.
- Es verdad, ahora vengo.
Nos volvimos a mirar y nos reímos de la emoción del pequeño.
- Ey chicos, vamos a encender las luces ya. - Nos avisó un vecino.
- Vamos. - Me dijo Johan poniendo una mano en la parte baja de mi espalda.
Todo el pueblo rodeó el árbol, mirándolo de forma expectante. El señor Andersson, que se encontraba en el centro, apretó un botón y miles de bombillas hicieron que ese enorme abeto se iluminara.
En ese momento entendí porque era el día favorito de la madre de Johan. Era mágico. Un escalofrío me recorrió toda la columna vertebral, nunca en mi vida había visto algo tan bonito. De una manera inconsciente, me apoyé en el pecho de Johan contemplando esa escena, estaba como en un sueño, hasta que una manita tirándome del abrigo me despertó.- Mi madre dice que si que puedo ir. - Confirmó Pierre.
Miré a Lena, que estaba a un par de metros de nosotros, con una sonrisa, la cual me devolvió rápidamente y me articuló un "Gracias" sin sonido.
- Entonces, ¿nos vamos?. - Preguntó Johan.
- Síí. - Saltó emocionado Pierre.
Yo le eché un último vistazo al precioso árbol y me giré hacia los chicos.
- Vámonos.
Los tres nos subimos al coche de Johan y nos dirigimos hacia su casa. He de decir que estaba bastante interesada en ver su casa, porqué había ido a la granja pero a su casa no, y quería saber como vivía ese hombre. Aparcó delante de una casa de madera pequeña, muy acogedora, muy como él. Al entrar, un animal se abalanzó hacia nosotros. "Ya me estoy acostumbrado a estos sustos" pensé.
- ¡Seth! - El pequeño abrazó al perro.
- Seth, ¿que haces aquí? - Le pregunté al perro, con esa típica voz que pones cuando hablas con un perro o con un bebé (nunca entenderé el porqué), mientras lo acariciaba.
- No le gusta estar solo en invierno. - Me contestó el dueño.
- Te entiendo bonito, a nadie le gusta.
- ¿Vamos a hacer la pizza?
- ¿Cómo que "vamos"? Será "vas".
- Anda, cállate. ¿Tu me quieres ayudar Pierre?
- ¡Claro!
- Ves, hasta los niños pequeños son más majos que tú. - Me acusó con tono de burla.
- Véte a la mierda. Vamos va.
Johan y Pierre se chocaron la mano, y los tres nos dirigimos hacia la cocina.
La noche fue muy diferente a cómo me imaginaba que sería. Acabamos el cocinado llenos de harina de arriba a bajo, pero la pizza salió para chuparse los dedos. Cenamos y jugamos a juegos de mesa, al Cluedo, al parchís, a la Oca... Nos picamos, reímos, nos enfadamos cuando perdíamos, celebrábamos las partidas ganadas... Fue muy divertido porque Pierre tenía unas ocurrencias geniales.
Pero cuando el niño se empezó a dormir, decidimos que era hora de volver los dos a casa. Primero me dejaron a mí, pero antes de bajar del coche, Pierre con una voz baja, medio dormido, dijo:- Podemos repetir esto otro día. Ha sido mi noche favorita del año.
Yo, mirando a Johan, que como yo, tenia una sonrisa en los labios, le contesté:
- Claro pequeño, cuando quieras. Buenas noches chicos.
- Buenas noches Vic. - Contestaron ambos a la vez.
Se esperaron a que entrara en casa, les despedí con la mano, y se fueron. Había dejado la chimenea encendida antes de irme, lo cuál fue un puntazo, porque la casa estaba calentita. Me puse el pijama, llamé a mis padres para contarles lo del árbol, y enseñarles las fotos que había hecho, me puse mi película navideña favorita (Un Príncipe de Navidad) y me acosté en la cama.
La verdad es que también había sido mi noche favorita del año.
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Chocolate suizo (Edición)
Romansa¡Hola! Me llamo Victoria, soy enfermera, y esta es mi historia. Al no encontrar trabajo en España decidí mudarme a un pueblecito de Suiza dónde me habían ofrecido un trabajo para dos años. En esos dos años reí, lloré, hice nuevas amistades, e inclus...