La Banda del Patio

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- ¡NO VUELVO A CORRER CONTIGO!

- ¿Por qué no? Ha sido muy divertido.

- Casi me hago un esguince al tropezarme con una piedra, se me ha roto la botella de agua, me ha perseguido un perro y, por si faltaba algo, se me va a salir el páncreas porque no puedo seguirte el ritmo. - Numeré una por una todas las razones con un tono bastante histérico.

Johan, parado delante de mí, se estaba descojonando y eso solo hacía que mi nivel de ira aumentara más y más.

- Vete a la mierda. - Le chillé y giré en seco hacia la entrada de mi casa. Menos mal que nadie nos entendía. Bueno, y qué tampoco había nadie por ahí.

- Vamos Victoria, no te enfades. Mañana te prometo que iré más lento.

- Mañana que te acompañe otro. - Dije sin mirarlo, buscando las llaves en la riñonera.

- No será tan divertido.

Le lancé una mirada asesina.

- Te pregunté si podía ir a correr porque me iba a atrofiar sentada en el escritorio de la consulta, pero es que saliendo a correr contigo tengo más riesgo de morir todavía.

- Bueno, mañana paso a por ti a la misma hora. - Dijo mientras se bajaba la cuesta.

- Pero que te he dicho...

- Estate preparada.

Este hombre era más cabezota que yo, era increíble.

Entré en casa y me fui directamente a la ducha. Después del baño me sentía mucho mejor, pero seguía muy cansada, así que me tiré al sofá. Abrí el ordenador para ponerme alguna película, cuando me sonó el móvil.

"Videollamada de La Banda del Patio"

La Banda del Patio era el nombre del grupo de WhatsApp de mi grupo de amigos, las chicas, con las que me reuní al principio de la historia, más los chicos. Éramos dos grupos totalmente diferentes hasta bachillerato, que coincidimos la mayoría en la misma clase y nos fusionamos.
Si os preguntáis porqué nos llamamos La Banda del Patio es, obviamente, en honor a la mítica serie animada, fue el disfraz que elegimos para nuestro primer Carnaval todos juntos y así se quedó el nombre.

- Holaaa. - Entré en la videollamada con una sonrisa de oreja a oreja.

Sólo estaban Jaime, Andrea, Jesús, Nico, Julia y Salva. Jesús solo hacía 4 años que se había unido al grupo, cuando empezó a salir con Andrea en la universidad, pero había sido muy bien recibido por parte de todos. Si es que somos un amor.

- Toriii. - Me saludó Jaime.

- ¿Como van las cosas por allí? - Pregunté.

- Como siempre. - Contestó Nico.

- ¿Y tú, qué tal por Suiza?

- Muy bien. Por ahora va todo genial.

Más gente se fue uniendo: Inés, Pepe, Olivia, María y Teo entraron de forma escalonada. Se podía considerar un logro que estuviéramos todos. Pasa muy pocas veces. Pero allí estábamos, hablando sobre nuestros trabajos, sobre el pueblo, sobre el embarazo de Julia...

- Chicos. No pensaba que fuerais a estar todos, pero mejor. - Empezó Andrea.

- ¡Que nos casamooos! - Finalizó Jesús.

- Idiota, le has quitado toda la emoción. - Riñó Andrea a su novio.

- Ahhhh.

- Qué bieen.

- Sabía que ibais a ser los primeros.

Todos expresamos nuestra emoción, preguntando cuándo y dónde se iba a celebrar, y empezamos a hacer planes y a imaginarnos situaciones hipotéticas que nunca pasarían.

- Será el 25 de mayo, aquí en la iglesia, y luego comeremos todos en El Palacio.

- Joder, que nivel. Ósea, El Palacio. - Dijo Teo, imitando un tono de hablar pijo.

- ¿Habrá castillo hinchable?, yo quiero uno. En la boda de mi prima pusieron uno y fue allí. - Pidió Salva.

- Es increíble que vayas a ser padre en unos meses. Voy a tener a dos bebés, en vez de uno. - Le recriminó Julia, sentada a su lado.

Y otra vez, cientos de ideas locas volvieron a ser el tema de conversación. Me sentía como si estuviera en casa con ellos, como si estuviéramos todos después de comer un domingo de agosto en la masía de Teo, mientras algunos jugábamos a cartas, otros hacían la siesta y otros nadaban en la piscina, y siempre salían temas de conversación así. Fue tanta la nostalgia que sentí que sin querer me puse a llorar.

- Tori, ¿qué pasa?. - Me preguntó Oli con un tono de preocupación.

- Os hecho de menos. - Dije como pude, entre sollozos.

- Ohh, y nosotros a ti cielo.

- ¿Vais a venir alguno de los dos pronto de visita? - Preguntó Jaime.

Pepe y yo éramos los únicos que estábamos fuera. Él se había ido hacía un año a Estonia como profesor de inglés, y venía muy pocas veces.

- Yo tenía pensado volver un par de días a principios de Diciembre. - Comentó Pepe.

- Mi plan era volver para Nochevieja.

- Pues haremos dos comidas cuando volváis.

- Eso está hecho.

Seguimos hablando una hora más, hasta hora de cenar.

Mientras me preparaba la cena, llamé a mis padres y les conté la noticia de la boda, como había ido el día y esas cosas. Vamos, lo típico.
Y finalmente, después de una tarde llena de tantas emociones diferentes, me senté delante de mi ordenador con un plato de tortilla de patata más grande que mi cabeza y me puse una buena comedia española como era Ocho apellidos vascos. Un poco de humor typical spanish no venía nada mal para un día de esos en lo que echaba tanto de menos mi tierra.

Chocolate suizo (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora