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Fue maravilloso.

Estábamos arrugadas de estar tanto tiempo en el agua. No podía dejar de mirar sus ojos y sus labios. Rodeé su cuello con mis brazos y la besé. Me levanté para salir y le di la mano para ayudarla a que saliera del jacuzzi también.

-Espérame en tu cama. Voy a mear.

-¿Sos la invitada y me das órdenes?

-Sí. Porque lo que te quiero hacer no puede ser en el jacuzzi. Vamos, ni se te ocurra ponerte la ropa. Venga, ve.

Literalmente la eché de su propio baño. Al salir busqué su habitación y la encontré tirada en la cama, boca abajo, desnuda, con el móvil. Era preciosa.

-¿A quién mandas nudes?

-Pelotuda... -Dijo mientras se reía, pero no apartaba la mirada del móvil.

Me tumbé a su lado. Le empecé a tocar el culo mientras le daba besos en el cuello.

-¿De verdad lo del móvil es mejor que esto? -Busqué sus labios para besarlos. Dejó el móvil e intentó tumbarme para ponerse ella encima.

-Bueno, si lo prefieres así... Sube.

-¿Qué?

-Que te sientes en mi cara, idiota.

Empecé a lamer su clítoris. Apoyaba sus manos contra el cabecero de la cama y se le aceleró la respiración. Esta vez no había música y podía oír perfectamente todos los sonidos que salían de su boca . Yo iba, poco a poco, acelerando el ritmo y a su vez se aceleraban sus gemidos.

No sé cuánto tiempo estuve comiéndole el coño, pero hacía mucho que no lo disfrutaba tanto. Paré cuando supe que tenía que hacerlo. Se tumbó a mi lado.

-Che, estuviste genial.

-Lo sé. -Le dije, riéndome.

Me besó.

-Oye, que tú también, eh. Nunca lo había hecho en un jacuzzi.

-¿Insinúas que sin el jacuzzi hubiese estado mal?

-Joder, no. -Siempre hay que decirle que es la mejor en todo, macho- Pero que me gustó. Fue diferente.

Me besó.

-Me alegro que te gustara. -Miró el reloj- Hostia, boluda, la hora.

-Mierda, mierda, mierda.

Íbamos a llegar tarde a casa de Tommy. Nos duchamos juntas lo más rápido que pudimos, aunque enjabonándonos una a la otra. Ni que fuéramos novias, pensé.

-Porque no hay tiempo, que si no te empotraba contra la pared ahora mismo.

-Joder, Tam, no me digas esas cosas.

-Me encanta que me llames Tam.

-Y a mí me encantas tú. -Le di un pico y sonrió. ¿Qué acabo de decir? 

Al salir de la ducha estaba un poco agobiada. Encima tenía que volver a maquillarme.

-Coge todo lo que quieras.

-Gracias. -Ya nos habíamos vestido ambas y empezamos a maquillarnos. -Oye, ¿cómo vamos a hacer?

-¿De qué?

-¿Llego yo primero y luego tú?

-¿No quieres que nos vean juntas?

-A ver... Es que van a hablar y...

-¿Y qué?

-Que no quiero ser el centro de atención.

-O sea, no querés que tus amigos se enteren de que follamos.

ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora