Del Cielo al Infierno

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Yamato condujo un par de calles mirando el retrovisor cada dos por tres para asegurarse si los estaban siguiendo. ¡Rayos! Tk se lo había advertido, y él como un estúpido había hecho exactamente lo contrario.

Taichi en el asiento del copiloto lo miraba de reojo, el hombre parecía seriamente incómodo.

—Matt... —llamó sin mirarlo. —Podrías dejarme bajar —solicitó a media voz.

Yamato se mordió los labios mientras sus manos giraban el volante y disminuía la velocidad para estacionarlo. Sin embargo, cuando Tai intentó salir del auto lo encontró cerrado.

—Abre —ordenó.

—Primero dime que hice mal. Por la forma en que correspondiste el beso, pensé...

Taichi se sonrojó hasta las orejas. La verdad fue maravilloso, mucho más que eso, pero no quería meter en problemas a Matt y... y se le estaban acabando las excusas. Simplemente estaba asustado. Todas las cosas buenas de su vida parecían tener un precio demasiado alto.

Y Matt pudo leer el mismo miedo que él tenía, así que con nerviosismo estiró lentamente la mano, sus dedos rozaron la piel del dorso de la mano de Tai.

—Estas temblando —murmuró Taichi mostrando una sonrisa triste.

—¿Tienes miedo? —preguntó Matt.

—No tengo miedo —negó Tai, luego animándose a mirarlo de frente corrigió. —Estoy mintiendo.

—Yo también tengo un poco de miedo. Por eso, toma mi mano para que no huya —y al fin terminó de entrelazar su mano con la de Taichi.

—Lo mismo te pido, sujétame fuerte —solicitó dando un apretón a la unión entre ellos.

Y ese simple contacto hizo el milagro. Ciertamente no podían dejar de lado su situación, pero al menos en ese momento era claro lo que ambos querían. Taichi se inclinó ligeramente al lado, Matt estiró la mano que tenía libre para ahuecar su mejilla y tirar de él para poder besarlo. Uno suave y lleno de sentimiento. Una caricia que denotaba anhelo, cariño y hasta adoración.

De a poco el calor iba aumentando, y ese gesto tan tierno se fue haciendo insuficiente, las manos de Matt sujetaron la cintura de Tai para tirar de él con la intención de tenerlo más cerca, pero la palanca de cambios no lo permitía.

—Quizás deberíamos parar —dijo Tai terminando el beso.

Matt no estaba muy de acuerdo, quería más, con Taichi estaba descubriendo lo codicioso que podía llegar a ser. Lo que es más, el solo hecho de pensar en que el publicista tenía que ir a su departamento para compartir cama con...

—Quédate conmigo —pidió Matt.

—¿Qué?

Y antes de que pudiera repetir la solicitud el celular de Tai comenzó a sonar. Con rapidez tomo el teléfono y al verificar el remitente, no dudo en contestar.

—Michael

De solo escucharlo nombrar al actor Matt sintió su estómago retorcerse de ira. Pero el colmo fue escucharlo reír. Deseaba poder arrancarle a Tai esas expresiones y muchas más, que solo con él se mostrar todas sus facetas, que cada gesto seria solo para su contemplación.

—¿Qué en donde estoy? —dijo Tai con tono nervioso. —Pues...

Arrebatándole el aparato Matt contestó en su lugar.

—Está conmigo —y colgó.

Estaba molesto, fúrico sería una mejor descripción, por primera vez en toda su vida hizo lo que su instinto le dictaba sin permitirse escuchar a su razón. Arranco el auto y empujó el acelerador casi a fondo.

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