CAPITULO 65

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Pov Ale

¡Al fin! Había terminado la jornada laboral del día de hoy. Moría de ganas por estar a solas con mi novia. ¡Quiero amar a mi mujer y darle muchas caricias!

- Princesa, ¿Ya estás lista?- le pregunté a Lucía levantándome de mi escritorio y apagando la computadora.

- ¡Ya amor!- se acercó a mí. Tomé su cabeza, bese lenta y suavemente sus labios. Ella no dudó en responderme el besó. Mi lengua pedía jugar con la suya, así que lamí su labio inferior como señal, ella rápidamente abrió su boca y nuestra lenguas empezaron a jugar deliciosamente. Lucía se separo del beso y me sonrió tímidamente.

- Amor, aguanta para cuando estemos en la casa- me dijo mientras yo la cargaba y sostenía su trasero entre mis manos. Depósito un corto beso en mis labios.

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Ya íbamos de camino a casa y se me ocurrió una idea. Así que estacione el auto en el estacionamiento del centro comercial y le pedí a Lucía que me esperara y ella asintió. Caminé hasta llegar al super mercado.

Estaba comprando unos aceites eróticos, para darle un masaje a mi novia y que se libere de cualquier estrés. Tomé 3 diferentes y sentí que alguien me tapaba los ojos.

- ¡Princesa! Te dije que te quedarás en el auto.

- ¡Que no daría por ser tu princesa! Pero eres muy mala adivinando- esa voz se me hizo conocida y volteé a ver rápidamente.

- Dani, ¡Que Sorpresa verte!- le contesté a la rubia, que estaba delante de mí con una gran sonrisa.

- ¡Lo mismo digo! Pero Ale, eres tan mala. Que no hayamos podido tener algo tu y yo, no significa que no podamos ser amigas ¿No creés?- se cruzó de brazos y yo le sonreí tímidamente.

- ¡Lo siento! Es que han pasado tantas cosas, que no me a dado tiempo de contactarte.

- Es por Lucía ¿Cierto? Se nota que ella es muy celosa. Pero Ale, yo no me quiero entreponer entre tú y ella. No te negaré que eres una mujer irresistible, pero respeto el hecho que tengas una relación.

- ¡Gracias Daniela!- use el mismo tono que ella uso conmigo y ambas comenzamos a reír.

- ¿Qué dices si mañana nos juntamos para almorzar y ponernos al día?

- Me parece genial, pero llevaré a mi novia conmigo- ella asintió con una sonrisa.

Nos despedimos y pase a la caja a pagar. Me apresuré a caminar hacia el auto, ya que me había tardado y Lucía estaría algo molesta.

- Regrese amor- subí al auto y ella me hizo un puchero.

- ¿Por qué te tardaste Rivera?

- Me encontré a Dani en el super- ella frunció el ceño.

- ¿Y qué tanto hicieron para que se tardarán?- me dijo sarcásticamente. Lo que causó que yo rodará los ojos.

- ¡Ay Lu! Dani solo es una amiga y además ella sabe que tú eres mi novia.

- Eso no parecía la última vez que la vimos en la fiesta ¿Recuerdas?

- Si pequeña, pero Dani me dijo que respetaba nuestra relación. Ella ya cambio te lo aseguro.

- Te creeré amor, pero recuerda que ¡Esto es solo mío!- apretó mi miembro, lo que causó que soltara un pequeño gemido y tragara en secó.

- ¡Te pertenezco en cuerpo y alma! Solo deja que te lo demuestre esta noche- quité su mano de mi miembro. Ya que si no, no podría concentrarme y llegar a casa.

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Llegamos a casa y entramos rápidamente. Lucía y yo subimos a las escaleras y entramos a nuestra habitación. Yo no aguantaba más así que me quite mi pantalón y mi blusa solo quedando en ropa interior.

- ¡No pierdes tiempo amor!- atrapó mi labio y comenzamos un beso muy apasionado. Lucía metía los dedos entre mi cabello y tiro de el, haciendo que un gemido saliera de mi boca. Metió su lengua sin permiso alguno y nuestras lenguas empezaron a jugar deliciosamente, deslicé mis manos de arriba hacia abajo en su espalda, hasta llegar a quitar su brasier. Mientras nos besábamos, Lucía acarició mi miembro sobre el bóxer, lo que hizo que despertara gustosamente mi amigo.

- ¡Aaay... Princesa... Me encantas!- le dije entre jadeos, al sentir como acariciaba mi miembro. Bajé su pantalón y las bragas, le pedí que se acostara boca abajo en la cama a lo que ella sin protestar lo hizo. Saqué uno de los frasquitos de aceite y comenzé masajeando sus pies, a lo que ella soltaba pequeños gemidos.

- ¡Que rico amor no pares!

Seguí masajeando sus muslos, hasta llegar a su trasero donde masajeé y apreté. Ver así a Lucía en esa pose ¡Me excitaba demasiado! Sentía la gran erección que se escondía en mi bóxer. Ahora masajeaba su espalda dando caricias, frotando de arriba hacia abajo. Le pedí que se diera vuelta y así lo hizo. Lucía se dio la vuelta, volví aplicarme aceite en las manos y masaje su cuello y deslice mis manos hacia sus hombros en un masaje.
Hicimos el amor toda la noche. Si Lucía no estuviera embarazada, definitivamente hubiera quedado después de hoy.

¡DAME CHOCOLATE ! - (Luciale) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora