4 de diciembre - Torre de Tokio
— ¡Tía Lita! — Se colgó del brazo de la castaña. Lita sonrió con nerviosismo ante lo efusiva que fue la princesa de Tokio. Ambas habían ido de compras pues deseaban hacer galletas de jengibre y en el palacio ya no había el ingrediente principal, la guardiana de Júpiter deseo ir ella misma por los ingredientes pero al tener a su pequeña sobrina cerca no pudo huir y acabó llevándola consigo. Eran ese tipo de momentos cuando Luna les recriminaba a todos que la mimaban y consentian en lo que deseaba. Aún no iban por el jengibre y acabaron en la Torre de Tokio mirando la ciudad, no tuvo que ser adivina para darse cuenta que la pequeña Selene quería ir a ver el eclipse de sol desde la Torre como muchos otros ciudadanos. Ver aquel fenómeno le hizo recordar el pasado cuando lucharon contra Neherenia. Llevo sus manos hacia sus orejas, sus aretes en forma de rosas habían desaparecido hace más de tres años en una visita a la playa. Amaba aquellos aretes pues significaban mucho para ella y perderlos le hizo sentir un fuerte dolor y tristeza que la consumio durante varios días.
— ¿Te encuentras bien tía? — Asintió. La menor noto sus orejas libre de aretes aunque tenían las perforaciones en ellas. — ¿Perdiste tus aretes?
— Hace mucho ya. — Tomo su mano para ir al ascensor antes de que fuese más tarde y tuviesen que volver sin sus ingredientes. — Eran muy valiosos para mi.
— ¿Como eran? — La joven sonrió al recordar sus pequeñas rosas rojas que le acompañaron durante tanto tiempo.
— Eran un par de rosas rojas. — Le sorprendió su respuesta. — Una vez tu madre volvió en si durante una batalla por ver mi arete.
— Mamá tiene una historia única con cada una de ustedes. — La castaña asintió mientras el ascensor descendía a la planta baja. No podía evitar pensar que ese regalo tan pequeño fuese algo indicado para su tía, notaba que su sonrisa al recordar ese pequeño detalle de su vida le hacía sonreír realmente feliz. — ¿Te gustaría tenerlos de nuevo?
— Bueno, quizás los mismo ya no los encuentre pero alguno parecido sí, me encantaría.
Selene deseo gritar de emoción al saber que podría pedir para su tía, era algo sencillo pero quizás para ella sería lo más valioso en ese momento. Apretó la mano de Lita una vez el ascensor abrió sus puertas, ambas caminaban hacia el supermercado en busca de los ingredientes que necesitaban.
Mientras en otra parte, Seiya volvía a leer por segunda vez la carta que su pequeña princesa había escrito para Santa pidiendo un presente para su tío Taiki.
"Santa se que tu ves todo, necesito que para mí tío Taiki traigas algo que es sólo para adultos".
— Voy a matar a Taiki. — Golpeó su escritorio arrugando el papel entre sus manos. La puerta del estudio se abrió dejando entrar a su hermano, quién se veía agitado por haber ido corriendo a verlo. — Estás loco.
— ¿Qué te pasa? — Le lanzó la hoja, sin dudar la leyó. —... No pensarás que yo le diré a una niña algo de ese tipo. ¡No dije nada!
— ¿Por qué escribió eso? — Taiki recordó su conversación con ella, no pudo evitar reírse. — ¿Te parece chistoso?
— Seiya, ella escribió lo que le dije, me pregunto si sería capaz Santa de saber a que me refería y dije que sí. — El azabache suspiro tratando de calmarse. — No iba a decirle a mi sobrina que deseo una noche de sexo salvaje con mi esposa en un hotel frente a la playa.
Ambos se sonrojaron levemente ante el tema. Seiya lo menos que deseaba era tener la imagen de su hermano teniendo sexo con Amy metida en la cabeza.
— Entonces Santa deberá traer los pasajes de avión y la reservación en una caja el día de navidad. — Se recosto de la silla mirando al techo. — Si la carta de Yaten es parecía voy a enloquecer.
— Selene los hace trabajar más de la cuenta. — Volvió a guardar la carta y noto algunas con el nombre de la familia Tsukino, Mina y Hotaru. — ¿Cree que Santa se las ha llevado?
— Si, ya debo deshacerme de estas. Te apuesto que en el árbol hay una más. — Destruyó las cartas lanzadolas a la basura. — Sus regalos están preparados y ahora debo pedir preparen el tuyo. No respetas el embarazo de Amy.
— ¿Lo dice el señor fiestas nocturnas?
— Vale mejor no opinó. — Ambos dieron un suspiro cansado, la pequeña Chibi-Chibi estaba logrando que hicieran una carrera contra el tiempo con sus pequeñas cartas inocentes, sin embargo no podían evitar pensar que su intención era dulce y noble.
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Gracias por leer :)
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25 Deseos
FanfictionLa navidad estaba cerca y ella aún no sabía que regalarle a sus padres y seres queridos, tenía 25 días para poder crear la lista perfecta para quienes amaba y la única forma de lograrlo era con ayuda de su padre. Tokio de Cristal se bañaba por los...