Los mellizos de unos aparente 17 años, ya habían despertado hace mucho, sus ojos al principio no parecían contener vida en ellos, eran como muñecas, pero al verse y sentir que estaban cerca sus ojos se llenaron de ilusión, de vida. Aprendieron a comunicarse fácilmente, así como tambien lo que eran. Eran seres que nacían en alguna parte de la gran galaxia, con un solo deber; crear su propio mundo, aunque entre los demás seres que se llamaban creadores, ellos fueron los primeros mellizos en toda la historia. Aún así no tenían inconvenientes con los demás, nadie los molestaba ya que cada uno se encargaba de sus propios mundos sin interferir en el otro a menos de que ese este a punto de ser destruido.
Como todo ser, tenían su debilidad, y eso era su mellizo y sus pequeños familiares que parecían multiplicarse con el tiempo. Sus pequeños familiares pudieron al fin moverse, bueno más la mariposa, que la propia flor, todo al mismo tiempo que los mellizos abrieron sus ojos.
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- sólo, oscuro, roto, no no me gustan - hablaba la joven mirando a su al rededor.
Su hermano que la miraba desde un costado terminó preguntando por curiosidad - que haces - la joven lo miro incrédulo para ella era muy obvio lo que hacía.
- busco un nombre perfecto - el peli plata la miro sin comprender - porque eres tan lento?, quiero ponerle nombre en donde estamos.
El peli plata fruncio más el ceño - esos nombres feos que estabas diciendo no los elijas, elije uno más bonito por lo menos.
- ya se que eran feos, y no hacía falta que me los digas - se cruzó de brazos indignada de que otros le dijieron que sus nombres eran feos.
- ya ya - poso su mano en la cabeza de su hermana tratando de calmarla - si te hace sentir mejor diré que eran bonitos - ella sólo lo fulmino con la mirada enojada, más aún no alejó la mano de su hermano.
- mejor no hables, y déjame elejir un nombre hump - resoplo, y no volvió a mirar a su hermano o dirigirle la palabra para poder terminar lo que quería, así estuvo unos segundos, minutos o horas contemplando el lugar hasta que grito asustando a su hermano que estaba concentrado enredando el pelo de su hermana - ¡Caos! Ese será tu nombre.
- no hacía falta que grites, iba a morir de un susto - dramatizo el chico.
- por un susto no moririas, pero escuchaste como lo llamaré - le preguntó, con sus ojos brillantes de la emoción.
- lo gritaste, como para no escucharlo - la reprendió con la mirada sólo que en sus ojos aún continuaba conteniendo cariño.
- a que es lindo - se refirió al nombre - Caos, la nada misma eso parece perfecto - el peli blanco asintió de acuerdo, ese nombre y descripción le gustaban más. - es tu turno que aras.
- dejaré que nazca la tierra, no es lindo que sólo exista Caos.
- no es lindo? El está bien así solito.
- nosotros no lo estamos, así que porque el si deberia - pregunto queriendo ver que le responderia su hermana, más aún ella sólo hablo después de unos segundos de analizar la pregunta.
Ellos nacieron juntos, y ahora si no lo tuvieran sería muy desolado, por lo que basándose en sus propios sentimientos dijo - bien bien tu ganas - admitió.
El peli blanco sonrió a su hermana la cual le devolvió la sonrisa y asintio - Caos tu contendras a la tierra en ti, y como regalo para mi hermana nacerá tártaro, ella sabrá que hacer ahí - con esas palabras apareció lo que ahora sería la tierra, y muy en lo profundo quedo tártaro un lugar que es difícil de llegar pero no imposible.
Aún así les gustaba ver como los primeros seres nacieron, porque a pesar de tener una forma definida, también podían tomar una forma física como la de ellos, sólo que ellos ni nada de lo que crearán los mellizos sabrán su historia completa.
Mirando sus varias flores blancas en sus manos, que ahora se estaban volviendo rojas lentamente, dijo - tendrán un lugar donde vivir.
