El televador

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Mery y Diego  ya llevaban dos meses de relación, todo tornaba tan bien para ambos.

Aquel Sábado la mañana era tan tranquila, la pareja ya se dirigía al comedor, siempre al bajar el último piso de escaleras se separaban para que su padre no sospechara nada, desayunaron tranquilos, y en el entrenamiento Regginald no paraba de ver a Mery, observaba meticulosamente cada movimiento que ejecutaba la castaña, y como era de esperarse ella era sin duda la mejor en combate. Esa noche se supone que habría una tortura, pero su padre dijo que después habría un experimento, ocho no podría ver a su novio de noche, tal vez ya no más. Después de entrenar Mery se dirigió a la habitación de Dos, vio como el moreno practicaba frente al espejo una oración un tanto tierna -ss...siempre e..estaré p..p..para ti..- la chica lo vio con tranquilidad y soltó amablemente -y yo para ti- Diego saltó del susto pero lo disimuló correctamente, la ojiverde pasó y abrazó con fuerza al chico, esa calidez, esa presión contra su pecho le daba mas esperanzas, ocho cortó el abrazo y alzó la mirada para ver esos lindos ojos, -pase lo que pase, sin importar qué, siempre estaré para ti, te amo Diego-el chico sonrío y le dijo -te amo mucho más- se volvieron a abrazar, esta vez con más intensidad, eran tantas emociones, una lágrima salió de aquel ojo verde -perdón-susurró, Diego la vio con confusión pero creyó haber oído mal.

Cayó la noche y Regginald llamó a Mery para probar su más reciente creación, el televador una máquina capaz de cambiar de lugar y dimensión  en tan sólo segundos, no sabían que fan exitoso sería, claro, para eso tenía a Mery, su maldito conejillo de Indias, la llevó a un piso más abajo del lugar donde era torturada, nadie sabía de ambos pisos, ni siquiera ocho sabía que había uno más abajo, primero experimentaron con objetos, luego con pequeños ratones enjaulados, finalmente era el turno de Mery, entró a la cabina y se cerró la puerta, Regginald comenzó a presionar distintos botones, finalmente volvió a abrir las puertas....

Ocho ya no estaba

Se volvieron a cerrar y él comenzó a presionar un botón en específico, finalmente volvió la chica, todos los trabajadores secretos aplaudieron y Regginald se sintió orgulloso de su gran creación, Mery volvió con la mirada perdida, nadie supo que vio esa noche.


El del monóculo le dijo que subiera a descansar y sacó de su bolsillo una pequeña caja, Mery la tomó con desprecio y salió de ahí.

Ya era muy tarde para ver a Diego, se fue a la cocina y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en su habitación, durmiendo tranquilamente en su cómoda cama.

𝖼𝖺𝖿𝖾́, 𝖽𝗈𝗅𝗈𝗋 𝗒 𝖺𝗆𝗈𝗋 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora